Cine y misterio: Crítica sobre el film: "SOLARIS"

EL ROMANCE
INHÓSPITO
EN SOLARIS

Por Paco Pulido Spelucin

Stanislav Lem es el responsable de que el director ruso Andrei Tarkovski plasme en la pantalla, con toda su magistral dedicación, una de las historias de ciencia ficción más conmovedoras y excéntricas del cine: Solaris (1972).

Mi principal motivación para estudiarla fue el hecho del positivismo y negativismo que posee con relación al ser humano y su conservación. La verosimilitud juega un rol importante, complejo, filosófico y entendible a los ojos de los románticos empedernidos de la vida y del amor principalmente.

Solaris, nació en el año 1961, de manos de uno de los escritores polacos más reconocidos y polémicos de la historia: Stanislav Lem, escritor de la novela, nunca aprobó la versión de Tarkovski (ni la de Steven Soderbergh – Solaris 2002) porque explica que de tratarse de una visión romántica, la hubiese llamado “romance en el espacio” y no Solaris.

A pesar de que el autor de la obra es quien tiene la visión más profunda y completa de la creación, Tarkovski supo sacar el núcleo, ponerlo sobre el tapete, exponerlo con magia y enternecer al más superficial individuo. La novela de Lem está cortada por capítulos en donde habla sobre la “solarística”, ensayos ficcionales muy serios y complejos, para obviamente dar un toque de realidad y ubicar al lector dentro de un universo real.

La novela es entretenida y muy interesante, pero la versión cinematográfica de Tarkovski recoge esa pausa de cómo sería la vida en el espacio, llena de silencios, pasos largos, diálogos simples y filosóficos.

La minuciosa pérdida de consciencia del personaje principal Kris Kelvin que gradualmente va descendiendo a niveles incontrolables de inconsistencia de moral y temple, se convierte en un tránsito y cambio exageradamente preciso e impecable. Un personaje que se envuelve en un traje de resistencia con material supra racional y que a medida que avanzan los minutos, se desnuda y se da por completo a lo que yo llamo “amor intrínseco”. Basado en una experiencia personal, este amor parece abarcar desde lo real hasta lo irreal, internándose en orillas profundas de reflexión y lógica para uno mismo, cayendo por ese motivo en las fosas de la incomprensión de la misma personalidad, a pesar de la madurez que uno pueda preconcebir.

Kris enciende una vela en su interior, tratando de quemarse él mismo con su intensidad al querer y amar a un ser “extraterrestre”. Uno de sus recuerdos, y gracias a la omnipotencia del extraño planeta Solaris, se convierte realidad y la posibilidad de dejarlo y abandonarlo no cabe en ningún milímetro de su mente. Sus colegas, navegantes del espacio, como Snaut y Sartorius, ya experimentados y relacionados con la experiencia, tratan de advertir a Kelvin con artilugios precisos, sosegados, semejando casi a la propia Solaris quien sabe exactamente dónde “atacar” al ser humano. Luego, la película se torna densa, emplea una metálica en sus vestimentas y en su sicológica forma de ser.

Solaris de Tarkovski dura dos horas con cuarenta minutos. Está dividida en dos partes. La primera, en su mayoría, es totalmente inventada por el realizador. Kris Kelvin, en la novela, nunca está en su casa ni tiene una conversación con uno de los oficiales que viajaron antes al planeta Solaris. Después de leer la novela, me queda sólo aplaudir y alabar a Tarkovski. Una novela tan diferente en temas, supo encontrarle el camino más profundo y reflexivo. La destreza del director de proteger a sus personajes dentro de Solaris, encontrarle minucias y goce se convierte en espasmos de genialidad. Solaris es una obra de arte, no se la pueden perder.

Pueden escribirme a: pacopulidospelucin@gmail.com

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