La abducción de Antonio Ferreira y su hija extraterrestre | El Caso Mirassol
La historia de Antonio Carlos Ferreira sigue despertando un interés profundo entre quienes investigan el fenómeno Ovni. Su caso no solo se convirtió en uno de los más comentados dentro de la ufología brasileña, también dejó una huella duradera por el gran número de evidencias físicas, testimonios y detalles que acompañaron cada uno de sus encuentros. Esta es la historia del llamado Caso Mirassol.
El inicio de una experiencia
Antonio tenía 21 años cuando realizaba su guardia habitual en la Fábrica de Muebles Fafá, en la ciudad de Mirassol, en el estado de Sao Paulo. Fue entonces, que el testigo observó durante la madrugada una esfera roja que descendió junto a la empresa e iluminó toda la zona. Aunque al principio intentó ignorar lo que vio, la luz persistió y lo llevó a salir nuevamente al patio donde se encontró con tres figuras pequeñas vestidas con un mono blanco brillante y cascos que ocultaban sus rostros.
El perro guardián que lo acompañaba intentó defenderlo, pero cayó al instante, como si hubiera muerto. Luego, una luz roja proveniente de un objeto cuadrado paralizó a Antonio y lo llevó a una nave que se encontraba apoyada sobre un trípode. Dentro del objeto había bancos circulares y una iluminación roja difusa. Sin sentir sus pies tocar el suelo, como si flotara, fue trasladado a una habitación amplia donde observó varias naves y numerosos seres de baja estatura.
La apariencia de los seres era diversa. Un grupo tenían la piel color chocolate, ojos grandes y negros, rasgados como los asiáticos, sin pestañas ni cejas. Además tenían narices grandes y planas, bocas grandes con labios gruesos y barbillas delgadas y algo puntiagudas. Por otro lado, su cabello era rizado y rojizo, con orejas grandes y puntiagudas, casi el doble de grandes que las nuestras. En cambio, el otro grupo tenía la piel verdosa, cabello negro y liso, narices grandes y delgadas, ojos verdes y rasgados, bocas grandes con labios finos, orejas grandes y puntiagudas y una barbilla delgada y también puntiaguda.
Imagen basada en las propias descripciones de Antonio
El encuentro
Sin embargo, lo más extraño ocurrió pocos minutos después. En un momento dado, una de las tripulantes se acercó a Antonio completamente desnuda. Él intentó resistirse, pero los seres lo redujeron usando un olor desconocido, que logró paralizarlo. Luego, le aplicaron un aceite oscuro que cubrió casi todo su cuerpo. El ser tuvo un encuentro íntimo con Antonio y luego de eso, le comunicaron mediante telepatía que no sufriría daño y que regresaría a la Tierra. Además, le dijeron que ellos provenían de otro planeta y que necesitaban a su hijo para futuros experimentos. Antes de devolverlo a la fábrica le aseguraron que tendría nuevos contactos.
Huellas físicas y testimonios
Después del suceso Antonio regresó a su casa con comportamientos extraños que alarmaron a su madre. Su familia notó que mostraba confusión, cansancio y marcas físicas inexplicables. Su cuerpo presentó quemaduras, moretones y un hormigueo persistente que duró semanas. Es más, la ropa que llevaba puesta estaba rota y manchada.
Al revisar el área donde trabajaba, los investigadores encontraron una marca circular completamente limpia, un patio cubierto de polvo y una zona de césped quemado. El reloj de control de la fábrica también evidenció que Antonio había dejado de registrar su ronda durante dos horas. Testimonios de vecinos coincidieron en haber escuchado un zumbido inusual y uno de ellos incluso afirmó haber visto el objeto descender hacia la fábrica.
Investigadores detectaron además alteraciones magnéticas en vigas metálicas cercanas al sitio del aterrizaje. Estas anomalías disminuyeron con el tiempo y no aparecieron en nuevas vigas colocadas después. El comportamiento del perro guardián también cambió, pues dejó de obedecer órdenes y mostraba miedo al regresar al lugar del incidente.
La segunda abducción
Pero esta no fue la única experiencia de Antonio. Meses después ocurrió un nuevo encuentro. Mientras el testigo se encontraba en casa de su prometida, una esfera verde apareció y provocó que quienes estaban presentes cayeran dormidos de manera repentina. Los ocupantes del objeto se comunicaron con él y expresaron su molestia por la hipnosis regresiva a la que había sido sometido luego de la primera experiencia. Le pidieron además que su madre fuera discreta con lo que estaba ocurriendo.
Con el tiempo, la vida de Antonio retomó cierta rutina. Cambió de trabajo y comenzó una etapa más tranquila, aunque esto no duraría mucho. En agosto de 1982, mientras se dirigía a su empleo, observó nuevamente una luz roja intensa. El mareo lo obligó a detenerse y poco después perdió el conocimiento. Cuando recuperó la estabilidad regresó a su casa sin recordar el proceso completo, acompañado de un hormigueo persistente que reapareció más tarde ese mismo día.
Ese mismo año aseguró haber visto nuevamente a la mujer extraterrestre y a una niña que, según afirmó, era su hija y se llamaba Azelia. A lo largo de la década se registraron dieciséis encuentros que reforzaron su convicción de haber sido contactado en múltiples ocasiones.
Una región llena de avistamientos
Los sucesos no solo afectaron a Antonio. Durante finales de 1979 y comienzos de 1980 la región de Mirassol fue escenario de avistamientos, persecuciones aéreas y aterrizajes observados por otros residentes. Todo esto convirtió el caso en uno de los más estudiados dentro de la ufología brasileña.
¿Crees que un encuentro como el que vivió Antonio Carlos Ferreira podría repetirse en la actualidad? ¿Por qué crees que los seres extraterrestres están tan interesados en tener bebés híbridos entre humanos y extraterrestres?






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