Andrew Basiago y el Proyecto Pegaso: ¿Realmente Viajó al Pasado y a Marte?



La historia del Proyecto Pegaso siempre aparece asociada a secretos profundos, viajes en el tiempo y dimensionales y a una tecnología que parecía adelantada a cualquier comprensión posible. Durante décadas, los relatos sobre este programa han generado debates entre quienes ven en él un experimento real y quienes lo consideran una simple fantasía. 

En este post conoceremos uno de los testimonios más conocidos relacionados sobre este tema. Hablamos de Andrew Basiago, un personaje que aseguró haber formado parte de este proyecto cuando era apenas un niño, y que debido a ello, tuvo la oportunidad de viajar a uno de los momentos históricos más importantes de los Estados Unidos.


Documentos desaparecidos

El punto de partida del Proyecto Pegaso se encuentra en los archivos incautados tras la muerte del científico Nikola Tesla en 1943. Entre sus cuadernos había ideas sobre energía y tecnología que nunca llegaron a divulgarse y que quedaron bajo custodia del gobierno. Muchos de los documentos que el inventor guardaba en cajas desaparecieron antes de que sus objetos personales fueran devueltos a su familia. Con el tiempo, esas cajas se convirtieron en la base de diversas investigaciones relacionadas con armas, control mental, fuentes alternativas de energía y experimentos que buscaban manipular la realidad.

Cuando el satélite soviético Sputnik fue lanzado, Estados Unidos reconoció que necesitaba acelerar su desarrollo tecnológico. Ese temor impulsó la creación de ARPA, más tarde conocida como DARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, y cuyo propósito era evitar que el país volviera a quedar por detrás de sus enemigos. 

El estudio y análisis de los archivos de Tesla abrió la puerta a nuevas interpretaciones y dio origen a los primeros intentos de crear un mecanismo que permitiera algo tan impensado como cruzar el tiempo.



Los intentos iniciales

En 1968, dentro de un laboratorio oculto en el edificio Curtis Wright, se probó por primera vez la máquina diseñada a partir de los planos de Tesla. Algunos investigadores señalan que el dispositivo estaba formado por pilares metálicos, bobinas de cobre y una fuente de energía independiente. Cuando se activaba, alteraba el ambiente, hacía vibrar el aire y reducía la temperatura, hasta que el objeto en el centro de la estructura dejaba de estar allí.

Se cuenta que las primeras pruebas con personas tuvieron resultados desastrosos. Un voluntario nunca volvió, otro reapareció con señales de envejecimiento extremo y un tercero se materializó de manera incompleta. Los pocos sobrevivientes mostraban secuelas profundas que afectaban mente y cuerpo. Con el tiempo, los científicos entendieron que los adultos no eran capaces de soportar la ruptura que implicaba el proceso. Sus mentes formadas no podían adaptarse a un fenómeno tan inusual. La única alternativa fue recurrir a niños cuya percepción del mundo aún era flexible.



La experiencia de Andrew Basiago

La inclusión de menores marcó el punto más oscuro de la investigación. Uno de los ingenieros, Ray Basiago, permitió que su hijo Andrew, de tan solo 7 años de edad, formara parte de las pruebas. El niño ya había participado en ensayos de corta distancia y se convirtió en el candidato ideal para estas misiones más peligrosas entre 1967 y 1972. 

De esta manera, Andrew fue enviado a un viaje en el tiempo, específicamente al 19 de noviembre de 1863, a Gettysburg, el lugar donde se desarrolló una de las batallas más decisivas de la Guerra Civil estadounidense. Allí debía mezclarse con la multitud y recordar cada detalle del discurso de Abraham Lincoln.

Andrew llegó a esa fecha vistiendo un uniforme de la Unión y luchando por avanzar en un terreno embarrado que aún conservaba el rastro de la batalla. Logró acercarse al lugar donde Lincoln estaba y lo escuchó dar su famoso discurso. 

Cuando regresó, sus recuerdos eran claros y coherentes. Sin embargo, contenían pequeñas diferencias respecto a lo que se conoce oficialmente. Lincoln parecía más cansado de lo habitual y se mencionaban rumores que no aparecen en ningún registro. Para los científicos, esto podía deberse a un efecto distorsionado del viaje o incluso a la posibilidad de que el niño hubiera llegado a una línea temporal diferente.

Los experimentos posteriores aumentaron la preocupación. Cada viaje de Andrew mostraba variaciones mínimas pero constantes. Cambios en la multitud, en el clima o en la disposición del lugar. Además, el niño empezó a acumular recuerdos que no parecían pertenecer a una sola versión del pasado. La situación se volvió aún más inquietante cuando aseguró haber visto a una figura idéntica a sí mismo entre la gente.



Viajes a Marte

Pero Andrew no solo habló de viajes al pasado, sino que también partició entre 1980 y 1983 del proyecto "Mars Jump Rooms" o "Salas de Salto a Marte" desarrollado por la Agencia de Inteligencia, la CIA, y que tenía como fin, llevar seres humanos al planeta Rojo mediante un sistema de teletransportación desarrollado en secreto durante la Guerra Fría.

De acuerdo con su testimonio, estas misiones tenían como objetivo familiarizar a los participantes con el entorno marciano y realizar actividades de reconocimiento. Andrew aseguró que existía una presencia humana establecida en Marte desde hacía décadas y que el planeta albergaba formas de vida locales que podían llegar a ser peligrosas. Para él, estos viajes no eran simples pruebas, sino parte de un esfuerzo más amplio por estudiar y ocupar el planeta.

En sus declaraciones más polémicas, Andrew también aseguró que algunos de los jóvenes que participaron con él en este proyecto se convertirían más tarde en figuras relevantes de la política estadounidense. Entre ellos mencionó a un joven Barack Obama, a quien dijo vio participar en algunas de estas misiones. 

Al final, Andrew dice haber realizado más de 40 viajes a Marte.


El fin del Proyecto

En cuanto al proyecto Pegaso, éste fue cancelado a mediados de los años 70, cuando el gobierno decidió que la tecnología de teletransportación y cronovisión aún era inestable y demasiado peligrosa para continuar usándola. Afirma que muchos de los participantes, especialmente los niños, fueron retirados gradualmente del programa sin recibir explicaciones claras, y que algunos de ellos habrían sufrido secuelas físicas o psicológicas debido a los viajes experimentales. 

Basiago sostiene que, tras la cancelación, la mayoría de los involucrados regresó a una vida normal bajo estricta confidencialidad, mientras que el proyecto fue absorbido y clasificado dentro de programas más amplios de defensa.

En cuanto al proyecto Salas de Salto a Marte, también se sabe que fue cancelado aunque no hay mayores detalles sobre los motivos o razones de su finalización. Algunos mencionan que se debió a problemas técnicos, éticos, peleas internas o al cambio en la dirección del programa.

En todo caso, luego de estas experiencias, Andrew creció lejos de los laboratorios y, ya adulto, se convirtió en abogado. A partir de entonces dedicó buena parte de su vida a difundir públicamente sus experiencias, convencido de que lo que vivió debía darse a conocer. Sus relatos sobre viajes temporales y misiones en Marte siguen siendo objeto de debate y controversia, y han convertido su historia en una de las más discutidas dentro del mundo de los proyectos secretos y los supuestos experimentos clandestinos del gobierno estadounidense.

¿Crees que la historia de Andrew es real? Y si lo es, ¿qué piensas que habría ocurrido si la humanidad hubiera continuado explorando este tipo de tecnologías?


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