OVNIs y abducciones: Historias reales que marcaron la ufología moderna

 


Las historias de encuentros con objetos voladores no identificados han estado presentes durante décadas en el imaginario colectivo. Sin embargo, a partir de los años sesenta surgió un relato mucho más inquietante que comenzó a captar la atención de investigadores, periodistas y público en general. Se trata de los supuestos secuestros por parte de entidades no humanas, comúnmente conocidos como abducciones. Estas experiencias comparten características similares que van desde la pérdida de tiempo consciente hasta la aparición de recuerdos fragmentados que emergen en sueños o a través de sesiones de hipnosis. El fenómeno no solo ha sido estudiado por ufólogos, sino también por psicólogos, sociólogos y escritores que intentaron dar sentido a lo que parecía ser un enigma que desafiaba tanto la ciencia como la lógica.



Los primeros casos que marcaron un antes y un después

El primer episodio ampliamente reconocido fue el de Barney y Betty Hill en septiembre de 1961, en Portsmouth, New Hampshire. Mientras conducían por las Montañas Blancas, la pareja observó un objeto en el cielo que llamó poderosamente su atención. Barney incluso utilizó binoculares y afirmó ver figuras humanoides en el interior de la nave, una de las cuales lo miraba fijamente. Tras un momento de terror, regresaron a casa con la inquietante sensación de que habían perdido dos horas de su memoria consciente. Betty comenzó a tener sueños vívidos donde ella y su esposo eran llevados a una nave y sometidos a exámenes médicos por seres de piel grisácea. Ante la ansiedad que los perseguía, acudieron al psiquiatra Benjamin Simon, quien bajo hipnosis logró que ambos relataran detalles de lo que parecía ser una experiencia de abducción. El caso salió a la luz pública a través de la prensa y posteriormente fue narrado en el libro The Interrupted Journey de John G. Fuller, que alcanzó gran popularidad.

En diciembre de 1967, un nuevo caso llamó la atención en Ashland, Nebraska. El oficial de policía Herbert Schirmer aseguró haber visto un objeto flotante y luminoso. En un principio creyó que la experiencia había durado apenas diez minutos, pero más tarde descubrió que había pasado media hora. La confusión lo llevó a experimentar insomnio y un extraño zumbido en su cabeza. Bajo hipnosis relató que había tenido contacto con seres de piel gris y ojos similares a los de un felino.

El fenómeno continuó expandiéndose. En 1973, dos pescadores de Pascagoula, Mississippi, aseguraron que entidades robóticas los habían llevado dentro de una nave. Poco después, en 1975, Travis Walton, un trabajador forestal de Snowflake, Arizona, desapareció frente a varios compañeros tras ser alcanzado por un rayo de luz emitido por un objeto volador. Walton regresó cinco días después y declaró haber estado en contacto con seres pequeños de piel gris y otros humanoides más altos y semejantes a los humanos. Estos casos despertaron un interés masivo y se convirtieron en referentes de la literatura ufológica.

En 1977 se publicó Abducted! de Jim y Coral Lorenzen, el primer libro que abordaba el fenómeno de las abducciones como una categoría propia dentro del estudio de los OVNIs.



Hipnosis, memoria y la controversia científica

Desde los primeros testimonios, los críticos pusieron en duda la validez de los recuerdos obtenidos bajo hipnosis. Este método podía inducir confabulaciones, es decir, la creación de recuerdos falsos, tal como ocurría en supuestos relatos de vidas pasadas. En 1977 tres investigadores de California realizaron un experimento en el que voluntarios bajo hipnosis inventaban experiencias de abducción indistinguibles de los relatos de los testigos. No obstante, posteriores intentos de replicar este estudio no tuvieron el mismo éxito, lo que dejó abierta la discusión.

El folklorista Thomas E. Bullard observó que alrededor de un tercio de los supuestos abducidos recordaban los eventos sin necesidad de hipnosis y que sus testimonios eran coherentes con los obtenidos bajo regresión. A pesar de la polémica, la hipnosis continuó siendo utilizada por investigadores como Budd Hopkins, un artista de Nueva York que se dedicó a recopilar testimonios a finales de los años setenta. Con la colaboración de la psicóloga Aphrodite Clamar, Hopkins reveló que muchas de estas experiencias comenzaban en la infancia y podían repetirse a lo largo de la vida. Algunos testigos afirmaban portar cicatrices de origen desconocido que bajo hipnosis asociaban a procedimientos médicos realizados por seres no humanos. Otros decían tener implantes colocados en sus cuerpos.

Hopkins defendió la interpretación literal de estas historias en su libro Missing Time de 1981. Por otro lado, Alvin H. Lawson sostuvo que las experiencias podían estar vinculadas a la recreación inconsciente del trauma del nacimiento. Otros investigadores se inclinaron por explicaciones psicológicas más convencionales como alucinaciones o falsas memorias. Sin embargo, los estudios mostraban que los testigos rara vez buscaban fama o beneficios económicos y que muchos presentaban síntomas similares al trastorno de estrés postraumático.


La consolidación del fenómeno en los años ochenta y noventa

En 1987 Thomas E. Bullard publicó un exhaustivo estudio basado en más de trescientas narraciones de abducciones. Concluyó que existía un patrón consistente que no podía reducirse a simples fantasías. Uno de los elementos comunes era lo que denominó amnesia de umbral, es decir, la incapacidad de recordar el momento exacto de entrada o salida de la nave. Para Bullard el fenómeno representaba un desafío intelectual que interesaba no solo a ufólogos, sino también a psicólogos, sociólogos y científicos.

Ese mismo año Hopkins publicó Intruders, obra en la que introdujo la hipótesis de que los secuestros tenían como finalidad la creación de híbridos humano-extraterrestres. Según su investigación, muchas mujeres abducidas experimentaban embarazos inexplicables que luego terminaban de manera abrupta. Posteriormente eran mostradas criaturas con rasgos humanos y alienígenas que se les decía eran sus hijos. También se reportaron casos de relaciones sexuales entre abducidos y mujeres extraterrestres de apariencia casi humana. Aunque la hipótesis generó fuerte escepticismo, otros investigadores comenzaron a documentar testimonios similares.

Ese mismo año el escritor Whitley Strieber publicó Communion, en el que narraba sus propias experiencias de abducción. El libro alcanzó un éxito rotundo y la imagen de la entidad de ojos grandes y piel gris en la portada se convirtió en un ícono cultural. Strieber presentó las abducciones como un proceso de iniciación espiritual, en contraste con la visión más negativa defendida por Hopkins. A partir de entonces los llamados grises pasaron a formar parte de la cultura popular, apareciendo en caricaturas, anuncios y programas de televisión.

En 1988 Philip J. Klass lanzó una obra crítica titulada UFO-Abductions A Dangerous Game, donde calificaba el fenómeno como producto de la ilusión y el autoengaño. Mientras tanto, estudios psicológicos realizados en testigos indicaban que no mostraban tendencias a la fantasía extrema ni a trastornos mentales graves.

En los noventa el psiquiatra de Harvard John E. Mack se convirtió en una figura central. En su libro Abduction de 1994 propuso que las experiencias podían tener un componente espiritual y que los visitantes eran inteligencias interdimensionales con un mensaje para la humanidad. Su visión lo enfrentó a otros investigadores como David Jacobs, quien defendía una interpretación opuesta, sosteniendo que los extraterrestres buscaban reemplazar a la humanidad con híbridos. Hopkins y Jacobs incluso promovieron un estudio en 1991 con la empresa Roper, donde estimaron que hasta un 2% de los estadounidenses podían haber vivido experiencias relacionadas. Sin embargo, los críticos señalaron serios fallos metodológicos en esa encuesta.


El enigma continúa sin resolverse

A lo largo de los años se han propuesto múltiples teorías para explicar el fenómeno de las abducciones. Algunas apuntan a la confabulación de recuerdos, la propensión a la fantasía o las alucinaciones del sueño. Otras mantienen que los testimonios son evidencias literales de visitas extraterrestres. El psicólogo Stuart Appelle señaló que ninguna explicación convencional había logrado resolver todos los casos y que, aunque faltaban pruebas sólidas, las experiencias eran sentidas como absolutamente reales por quienes las vivían.

El fenómeno se caracteriza por su consistencia narrativa y en algunos casos cuenta con múltiples testigos, lo que desafía las interpretaciones más escépticas. Al mismo tiempo, su influencia en la cultura popular ha sido profunda, consolidando la figura del extraterrestre gris como símbolo de lo desconocido. Más allá de la naturaleza real o imaginaria de estas experiencias, las abducciones continúan siendo un tema de debate y fascinación que se mantiene vivo en la memoria colectiva.



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