Llamadas y visitas de extraterrestres en Inglaterra | Caso de los Aenstrians

 


En los años sesenta, Inglaterra se convirtió en escenario de uno de los episodios más enigmáticos de la ufología. En la pequeña localidad de Warminster, en Wiltshire, comenzaron a registrarse extraños sucesos que atrajeron la atención de investigadores, curiosos y medios de comunicación. No solo se hablaba de luces en el cielo o de sonidos inexplicables, sino también de supuestos contactos directos con seres de otro mundo. Entre estos relatos destaca el caso de los Aenstrians, una historia que mezcla llamadas telefónicas, advertencias sobre el futuro de la humanidad y un encuentro cara a cara con un visitante que decía venir de un planeta distante.

Este episodio, que se conoció como el misterio de Warminster, fue difundido principalmente por Arthur Shuttlewood, periodista del Warminster Journal. Él no solo documentó los avistamientos y los extraños ruidos, sino que también aseguró haber sido el intermediario de mensajes de origen extraterrestre. Con el tiempo, estas experiencias se convirtieron en un referente dentro de la cultura de los ovnis y siguen despertando debates sobre su autenticidad y significado.



Las llamadas que anunciaban un peligro para la Tierra

Todo comenzó a inicios de septiembre de 1965, cuando Shuttlewood afirmó haber recibido una serie de llamadas telefónicas que se extendieron durante siete semanas. Los interlocutores se identificaban como procedentes de un planeta llamado Aenstria y aseguraban ser tres representantes de su mundo. Se presentaron como Caellsan, un comandante de naves espaciales, Selorik, quien cumplía el papel de intérprete, y Traellison, la reina de Aenstria.

De acuerdo con los relatos, las llamadas siempre provenían de cabinas públicas situadas en un mismo distrito. Lo curioso era que Shuttlewood nunca escuchó el sonido de las monedas caer antes de que las voces comenzaran a hablar, algo que generó aún más misterio en torno a estos contactos.

Los mensajes que transmitían seguían un patrón común en otros casos de contactados de la época. Advertían que la humanidad estaba en grave peligro debido a las armas atómicas y a la contaminación ambiental. Señalaban que los seres humanos eran fruto de una creación especial y no de un proceso evolutivo. Además, recomendaban un retorno a formas de vida más simples y espirituales como única vía de supervivencia.

Según la información recibida, los habitantes de Aenstria gozaban de una longevidad superior y pocas enfermedades. Un ejemplo era Traellison, quien supuestamente tenía 450 años y era considerada joven en su planeta. La misión de los Aenstrians, afirmaban, consistía en transmitir sus advertencias para que fueran comunicadas a los consejos de la Tierra.


La reacción al libro y la inesperada visita de Karne

En mayo de 1967, Arthur Shuttlewood publicó The Warminster Mystery, un libro en el que recopilaba gran parte de lo sucedido en el pueblo. Sin embargo, relegó la historia de las llamadas de los Aenstrians a un apéndice y sugirió que quizá todo había sido un elaborado engaño.

Pocos días después de la publicación, el 26 de mayo, ocurrió un hecho inesperado. Según Shuttlewood, recibió una llamada en su propia casa. Quien hablaba se identificó como Karne, otro Aenstrian, que expresó su disgusto por las dudas que el autor había mostrado sobre la credibilidad de los mensajes anteriores. Shuttlewood desafió a Karne a demostrar su autenticidad con una visita personal y, sorprendentemente, siete segundos después alguien golpeó su puerta.

El hombre que se presentó afirmaba ser Karne. A primera vista parecía un individuo común, aunque con detalles físicos poco habituales. Llevaba gruesas gafas que ocultaban la ausencia de pupilas, presentaba manchas azuladas en los pómulos y labios, y transmitía una presencia que generó en Shuttlewood una mezcla de temor y respeto. Durante los nueve minutos que permaneció en la casa, Karne habló de diversos temas, incluyendo un inminente conflicto en Medio Oriente que se materializó poco después con la Guerra de los Seis Días.

También mencionó que, en caso de una tercera guerra mundial con uso de armas nucleares, habría una intervención extraterrestre para evitar la destrucción total. Según él, se instauraría un nuevo orden que entrenaría a los humanos para convertirse en ciudadanos cósmicos.

Shuttlewood recordó que Karne parecía tener problemas respiratorios y que miraba constantemente un extraño disco dorado en su muñeca, como si funcionara como reloj o dispositivo de consulta. Cuando el periodista preguntó sobre las afirmaciones de George Adamski, famoso contactado de California, Karne evitó dar una respuesta directa, aunque insinuó que aquel personaje no era de origen terrestre.

El encuentro terminó con un gesto incómodo. Shuttlewood intentó despedirse estrechando la mano de Karne y sujetándole la muñeca, pero el visitante reaccionó con dolor. Finalmente se marchó caminando con un porte rígido en la parte superior del cuerpo, aunque sus piernas parecían pesadas y arrastraban los pies, lo que le daba la apariencia de un trabajador rural agotado.



El último avistamiento de Karne

Al día siguiente, el hijo de Shuttlewood, Graham, de dieciséis años, aseguró haber visto a un hombre muy similar a Karne en un parque de Warminster. Estaba observando el cielo mientras pasaban aviones militares y movía la cabeza en desaprobación. Lo más llamativo era que llevaba la mano izquierda vendada, como si hubiera sufrido una lesión reciente, lo que coincidía con el dolor que manifestó en la despedida con su padre.

Esa fue la última vez que alguien de la familia reportó un encuentro con Karne. Después de aquel avistamiento no hubo más noticias de él ni de los otros supuestos Aenstrians. Sin embargo, el recuerdo de estos contactos quedó registrado en los testimonios de Shuttlewood y en los libros que escribió posteriormente.

El misterio de Warminster, lejos de apagarse, se convirtió en uno de los casos emblemáticos de la ufología británica. Para algunos fue un fraude elaborado, para otros una experiencia genuina de contacto con inteligencias no humanas. Sea cual sea la interpretación, lo cierto es que esta historia aún se cita como un ejemplo de cómo los relatos de la década de 1960 mezclaban advertencias apocalípticas, espiritualidad y apariciones físicas de presuntos visitantes estelares.


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