ALFRED NOBEL: ENTRE LA CULPA Y LA CENSURA
Expediente Oculto
Alfred Nobel fue un reconocido
químico e inventor sueco. Se dice que patentó unos 355 inventos, entre ellos, la
dinamita, el invento que le trajo fama, fortuna y también un gran sentimiento
de culpa que a la larga, lo llevaría a crear la fundación que llevaría su
nombre y que más tarde se convertiría en la institución detrás de los
codiciados Premio Nobel.
Su padre Immanuel, quien
también era inventor, tenía una fábrica de armas que lo llevó a la quiebra.
Estaba casado con una mujer de una familia muy adinerada llamada Andriette
Ahlsell. El matrimonio, además de Alfred, tuvo tres hijos más: Robert y Ludvig,
dos ingenieros reconocidos en el mundo petrolero en Rusia, y Emilio Nobel.
Alfred nunca se casó ni tuvo hijos.
Quizá el negocio del padre fue
lo que inspiró a Alfred a dedicarse al negocio de las armas y los explosivos.
Su genio lo dedicó al estudio de la nitroglicerina y buscó un sistema que permitiera
su uso seguro pues su manipulación a mediados de ese siglo XIX, resultaba muy
inestable y peligroso.
Justamente, uno de esos
experimentos fue lo que provocó una de las peores tragedias de su vida. La
sustancia que manipulaba produjo una terrible explosión en su fábrica de
Estocolmo que terminó matando a su hermano menor Emilio y a otros cuatro
trabajadores. Esto provocó una serie de críticas por parte de la sociedad y la
prensa de su tiempo, sin embargo, Alfred continuó con sus experimentos hasta que
tres años después de aquel trágico accidente, en 1867, el inventor dio por fin
con la receta que le llevó a inventar la Dinamita, un explosivo plástico mucho
más seguro y de mejor manipulación que los explosivos que se conocían hasta ese
entonces.
De inmediato el nuevo
explosivo encontró un lugar en el rentable negocio de la minería y en la
construcción de redes de transporte como el de los ferrocarriles pero también,
fue muy solicitada por los Ejércitos, y no era para menos, la dinamita era
diecisiete veces más potente que la pólvora, es decir, lo que antes podía matar
una o dos personas con una escopeta o rifle, ahora, con la dinamita, uno podía
matar centenares de personas con el uso de una bomba. No es gratuito pues que
la prensa calificara a la dinamita como el “invento más cruel de toda la
historia de la humanidad”.
Esta realidad hizo tal vez,
que a pesar de la gran fortuna que comenzó a acumular Alfred Nobel, yacía
dentro de él un gran sentimiento de culpa. Culpa que se hizo palpable cuando en
1888, falleció su hermano Ludvig. Entonces, un diario confundió a Ludvig con
Alfred, y encabezó la nota con el titular “Ha muerto el mercader de la muerte”.
Y agregaba: “El Dr. Alfred Nobel, quien se hizo rico al encontrar maneras de
matar a más gente más rápido que nunca antes, murió ayer”.
Muchos sostienen que al ver de
manera tan cruda la opinión que la sociedad y el mundo tenía sobre él y
convencido ya de los males que su invento habría ocasionado a la humanidad, fue
que decidió donar buena parte de su fortuna para la creación de una fundación
filantrópica para premiar a las personas que más hayan trabajado por el bien de
la humanidad en las áreas de Química, Física, Medicina, Literatura, e
irónicamente, la Paz. Esta fundación llamada “Fundación Nobel” fue creada en el
año 1900, cuatro años después de su muerte.
Ahora bien, vale decir, que a
pesar de sus intenciones, Alfred Nobel continuó en el negocio de las armas
hasta su muerte. Es más, no dejaba de comprar fábricas y hacerse con empresas
para seguir construyendo y perfeccionando sus productos bélicos.
¿Por qué Literatura?
Dado el carácter científico y
de inventor que marcó la vida de Alfred Nobel resulta curioso que haya dedicado
un premio a la Literatura. Si bien puede entenderse el Premio Nobel de la Paz
por la culpa que cargó en los últimos años de su vida por la manera cómo hizo
su fortuna sobre la base de la guerra, hay muchos que se preguntan por qué le
pareció importante crear un Premio Nobel de Literatura.
Pocos lo saben, pero además de
la ciencia, a Alfred Nobel, tuvo como oficio la escritura. Él desarrolló un
gran interés por la literatura y se dice que escribió mucha poesía, obras
dramáticas y novelas. Fue tan importante para él su vocación, que en algún
momento consideró seriamente dedicar su vida a la escritura. Sin embargo, esto
no sucedió, solo al final de su vida, quizá porque veía la muerte cercana, se animó
a publicar una obra. La tituló “Nemesis” y era una tragedia escrita en prosa
que contiene varios ataques a la Iglesia, al Papa y al corrupto mundo social de
aquellos tiempos. Esta fue impresa mientras Nobel agonizaba. Se sabe que la
obra fue rápidamente retiradas del mercado por parte de las autoridades y de la
propia familia para luego ser destruida. Solo se logró salvar tres ejemplares. La
obra fue considerada en su tiempo como
extremadamente violenta y blasfema. Curiosamente, uno de los censores que
prohibió su publicación en Francia, el arzobispo Nathan Söderblom, luego
obtendría el Premio Nobel de la Paz en 1930. Él consideró la obra de Nobel como
“escandalosa y sacrílega”. En la actualidad, la obra ha sido rescatada y ha
sido estrenada en varios teatros del mundo.
Alfred Nobel murió cuando tenía
63 años de edad, además de las 355 patentes registradas a su nombre, construyó
unas 90 fábricas en más de 20 países de Europa, Oceanía y América. Sus viajes
por el mundo hicieron que el poeta Víctor Hugo lo describiera como el “el
vagabundo más rico de Europa”. Del total de su fortuna calculada en 33 millones
de coronas, entregó 100 mil a su familia y el resto, valorizado en la
actualidad en 406 millones de dólares, lo entregó a la Fundación Nobel.
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