HUAYNA CAPAC, EL BORRACHO Y ATAHUALPA, EL SÁDICO


Inca Huayna Cápac, hijo de Túpac Yupanqui y padre de Huáscar y Atahualpa

Comparto con ustedes extractos del libro “Pizarro, el fundador”, del prestigioso historiador peruano Raúl Porras Barrenechea. En esta obra se publica una mirada muy distinta a la que muchas personas creen sobre el Inca Huayna Cápac, hijo de Túpac Yupanqui, y padre de Huáscar y Atahualpa. Para Porras Barrenechea, fue Huayna Cápac el responsable de la decadencia del imperio por su gusto por la bebida, las mujeres, y por ser el promotor de un gobierno corrupto que dio beneficios y lujos a los nobles orejones, haciéndoles igual de flojos y viciosos. También critica a Atahualpa, al ser un hombre sádico y salvaje.

Libro Pizarro, el fundador, de Raúl Porras Barrenechea


HUAYNA CÁPAC EL BORRACHO

“Con Huayna Cápac se inicia la decadencia. Huayna Cápac es aún un gran conquistador como su padre y abuelo, pero en él se presentan y afirman ya síntomas de una corrupción. Las victorias incaicas son más difíciles y lentas, no se siente ya el ímpetu irresistible de las legiones quechuas. La conquista de Quito es la pérdida del Tahuantinsuyo. Las tribus se rebelan apenas sometidas y escarmientan a los vencedores. Los orejones, la invencible y austera casta de los anteriores reinados, educada en la abstinencia, la privación y el trabajo, habían perdido su vigor. Ya no comían maíz crudo, ni viandas sin sal, no se abstenían de mujer durante los ejercicios preparatorios de su carrera militar, ni realizaban trabajos de mano, ni eran los primeros en el salto y la carrera. De las clásicas ceremonias instituidas por Túpac Yupanqui para discernir el título de orejón, sólo conservaban el amor a la chicha. “Mientras más beber, más señor es”, llegó a decirse. (…)

[Sobre Huayna Cápac]  Sus conquistas, su valor personal, el respeto supersticioso de sus súbditos no bastan a ocultar la condición viciosa y decadente del monarca. Reúne aún las condiciones viriles de sus antepasados, pero relajadas por su tendencia invencible al placer, al fausto y a la bebida. (…) Fiestas y diversiones llenan las últimas etapas de su reinado, trascurrido en la sede sensual y enervadora de Quito. Bailes y borracheras amenizan el paso del cortejo de Huayna Cápac, formado de aduladores y cortesanos, por todo el Tahuantinsuyo. El Inca encabezaba estos desbordes livianos. Era “vicioso de mujeres”, dice Cieza, privaban con él los aduladores y lisonjeros y era el primer borracho del reino. “Bebía mucho más que tres indios juntos”, cuenta Pedro Pizarro y cuando le preguntaban que cómo no perdía el juicio bebiendo tanto, respondía el viejo Baco vicioso: “Que bebía por los pobres que él muchos sustentaba”.

A pesar de estos defectos se dice que era “grave, valiente y justiciero”. Los indios lo querían, respetaban y temían, y muchos españoles consideraban que si él hubiera seguido en el reinado no hubieran podido conquistar el Tahuantinsuyo.

ATAHUALPA EL SÁDICO



Por otro lado, si bien Porras Barrenechea, señala que Atahualpa era mucho más “audaz e inteligente” que Huáscar, también tenía características que lo hacían un líder peligroso y salvaje. Cuenta que tanto sus generales como él, trataban sobre todo a los hombres del Cusco, con una crueldad jamás vista en el imperio.

El historiador narra lo siguiente:

“En el Cusco se sospechaba de la fidelidad de Huanca Auqui, el jefe de las tropas de Huáscar, inexplicablemente derrotado, en sucesivas batallas, por los generales de Atahualpa, Quisquís y Chalcuchímac. Estos, vencedores arrogantes, no guardan ningún respeto por el linaje imperial de Huáscar; ultrajan de palabra a la “coya”, viuda de Huayna Cápac, ya la mujer de Huáscar y exterminan a todos sus parientes hasta mujeres preñadas. “¿De dónde os viene vieja presuntuosa el orgullo que os anima?”, dice Quisquís a Mama Ragua Ocllo, exemperatriz venerada. El olvido y desdén por las tradiciones incaicas llega, en este proceso de disolución, hasta a la profanación. Atahualpa allana la huaca de Huamachuco que le presagia mal fin, derriba al ídolo y decapita al sacerdote. Huáscar desdeñaba las momias de sus antecesores pasados, según Pedro Pizarro, y Santa Cruz Pachacutic le acusa de haber autorizado la violación de las vírgenes del sol. Quisquís y Chalcuchímac realizan aun el mayor desacato concebible a la majestad de los incas: la momia de Túpac Inca Yupanqui fue extraída de su palacio, donde era reverenciada, y quemada públicamente. Pero la nota más característica de este desquiciamiento, que perfilan ya el borde sacrílego, es la acentuación de la crueldad. Atahualpa escarmienta ferozmente a los cañaris, haciendo abrir el vientre a las mujeres encinta, y dar muerte a sus hijos. Sarmiento de Gamboa dice que Atahualpa hizo las mayores crueldades, robos, insultos, tiranías, “que jamás allí se habían hecho en esta tierra”. El relato de las crueldades realizadas por los generales de Atahualpa en el campo de Yahuarpampa contra los parientes de Huáscar –mujeres, niños ancianos-,  ahorcados, ahogados, muertos por hambre, es una siniestra verdad.”



Comentarios

Unknown ha dicho que…
Muy interesante... me dejo pensando...
Oscar Fernandez ha dicho que…

Very interesting info !Perfect just what I was looking for!

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