LAS MÍTICAS FIGURAS DEL BOSQUE DE PIEDRAS DE COLLIQUE (COMAS)
Enrique Niquin Castillo frente a una "cara de loro"
Por Percy Taira
Una investigación del equipo de Expediente Oculto
A menos de una hora del Centro
de Lima, en el parque central de la zona 3 de Collique, en Comas, se encuentra
el Bosque de Rocas de Collique, un espacio natural en el que la cultura y el
misterio conviven para dar paso a uno de los rincones más bellos de Lima
Metropolitana.
Enrique Niquin Castillo, es un
hombre admirable, su pequeña discapacidad en el oído no le ha impedido investigar por más de veinte
años este Bosque de Rocas ubicado en el cerro 2, que él llama “palomita” y que
se encuentra ubicado a unos 800 metros sobre el nivel del mar. Él es quien nos
adentra en este mundo rocoso lleno de figuras antropomorfas y zoomorfas, rocas
que la naturaleza se ha encargado de pulir y forjar en miles de millones de
años.
Visitando el cerro “Palomita”
Niquin bautizó este cerro como
“Palomita”, según él, porque en días de lluvia las palomas suelen acudir a este
cerro para beber el agua que se empoza en algunas rocas cóncavas. La subida a este
cerro es difícil, sobre todo para los pies que no están acostumbrados a este
tipo de quebradas, sin embargo, el esfuerzo vale la pena pues la vista que se
tiene de la ciudad de Collique, resulta sumamente satisfactoria.
En un momento de la subida,
nuestro guía nos detiene y señala un cerro que está al frente del Bosque de
Rocas, es el cerro Comicay, un cerro con forma de mujer embarazada y que según
Niquin sería el centro religioso de los Colli Luna, cultura prehispánica que
ocupó esta zona de Lima.
“Cumacay quiere decir ‘hembra
que no pare’ o ‘mujer que todavía no da a luz’ y como pueden ver, allí está su
cabeza, sus pechos y su vientre, era el centro religioso de los Colli; y más
abajo, en sentido inverso, se encuentra el cerro con forma de hombre, que era
el centro administrativo y que es donde queda la fortaleza de los Colli”, nos
cuenta Niquin.
Continuamos la marcha y a los
pocos metros cerro arriba, nuevamente nuestro guía nos detiene y nos señala el
cielo. Arriba de nuestras cabezas, dos aves, a la vista grises, acaparan
nuestra mirada. Según Niquin son águilas, aves que muy pocos esperan ver sobrevolar
la capital. Al ver nuestro rostro escéptico, él insiste: “Son águilas”.
“Ahorita están de color gris,
así se ponen en invierno, pero en el verano se ponen marrones. Ellas comen
pollos, bajan se llevan algún pollo y cuando están en el aire le pican los
ojos, por eso cuando usted camina por este distrito a veces le cae sangre del
cielo, esto es porque el águila le está picando los ojos a la gallina. Yo
varias veces he estado bajo una lluvia de sangre de gallina”, nos asegura
Niquin.
Luego de la visión de las
águilas, llegamos a ver las primeras figuras rocosas. Figuras que para nuestra
sorpresa, se muestran sumamente claras ante nuestros ojos. Son imágenes que nos
recuerdan inmediatamente las formas de diversas aves, algunas, muy claramente
de loros, otros tienen forma de mandril, y otras incluso, tienen forma humana,
hombres reunidos que parecen estar en medio de una conversación.
"Huellas" del dios Vichama.
Pero hay otras piedras,
extrañas y raras, las que llaman también nuestra atención, son aquellas que
muestran lo que serían las marcas de las manos del hijo del dios Sol, Vichama. Nuestro
guía se acerca a cada una de estas rocas y cuenta las aberturas creadas en las
rocas y que curiosamente, en cada caso, suman cinco, como los dedos de una mano
gigantesca.
Niquin nos explica el porqué
de la presencia de las “huellas” del dios Vichama en este Bosque de Rocas, nos
dice, que según las leyendas, el dios Vichama, enojado con los pobladores de la
costa de nuestro país, tomó la decisión de convertir a todos los curacas
costeños en rocas, en peñas. “Por eso hay muchos cerros e islas en las costas
del Perú que tienen formas humanas”, nos dice.
Pero esa es la leyenda. El
Bosque de Rocas ha sido creado gracias a la fuerza de la naturaleza. Esa fuerza
que quizá resulta ser tan misteriosa como la mano de un dios prehispánico. En este
cerro, los grandes escultores fueron la lluvia, el viento, y el sol. Y es justamente ese mismo viento, el que a las
11 de la mañana, se mete entre los agujeros de las rocas, y lo usa como una especie
de pututu o flauta que hace sonar y vibrar a todo el cerro.
Quizá por este lado místico, señala
Niquin, por la presencia de las figuras hechas por el dios Vichama o por el
viento que parece hacer hablar o rugir al cerro, que los antiguos pobladores de
la cultura Colli Luna, se asentaron en esta zona y rendir en este suelo, culto
a sus dioses. El líder de este paseo nos dice que ha logrado encontrar incluso rastros
de estos asentamientos hechos por los Colli, y sin embargo, las autoridades
dedicadas a la investigación arqueológica y cultural de nuestro país, no le han
hecho caso.
“Yo he encontrado tres
campamentos, asentamientos de culturas antiguas, algunas tienen una parte
natural pero otras están hechas por el hombre. El Ministerio de Cultura me pide
que pruebe que acá vivió gente pero es el Ministerio quien tiene que venir a
hacer la revisión ocular pues para que ellos expliquen que es esto”, sostiene
con cierta decepción Enrique Niquin, y agrega:
“Como dijo Julio C. Tello, la
arqueología debe partir de la desmitificación de la leyenda y del mito de las
antiguas culturas de la costa norte del país, entre estas, la leyenda de
Naylamp, y del dios Vichama, que hablan sobre personajes de ojos y nariz de
pájaros, o el dios del viento, que a las 11 empiezan a bajar en las zonas de
Collique, y todo esto se puede ver en este cerro”.
Salvemos el Bosque de Rocas de Collique
Lamentablemente, no todo es
belleza en el Bosque de Rocas de Collique, y es que en los últimos años,
pobladores de la zona han comenzado a invadir gran parte de esta zona para la
construcción de viviendas. Uno puede ver mientras sube este cerro las marcas de
pintura y tiza blanca en la tierra e incluso, sobre las propias rocas, sobre
las figuras de algunas aves o demás animales, figuras que uno entiende, cuando
lleguen los invasores, serán destruidas, serán borradas de esta cosmogonía
rocosa de Collique.
Enrique Niquin se indigna cada
vez que ve una de estas marcas hechas por el hombre. Se ve como aquel Quijote que
tiene que enfrentar casi sin ningún tipo de apoyo, a esos nuevos molinos de
viento que son la insensibilidad de las personas por la belleza natural y
cultural de su propio habitad y por la indiferencia de las autoridades locales.
“El viento ha trabajado esto
poco a poco, la lluvia ha ido horadando poco a poco cada piedra en más o menos
unos 30 millones de años, por eso estas figuras no se pueden hacer otra vez, la
naturaleza lo ha hecho, y por eso no es justo que esto vaya a desaparecer por
gente ignorante, y por las autoridades que deben más bien valorar esto y no
apoyar invasiones solamente por cuestiones políticas”, dice Niquin con la rabia
y el dolor comprensibles en un hombre en el que este bosque se ha vuelto prácticamente
su vida.
Figura de ave manchada con pintura blanca.
“La gente no sabe, no sabe lo
hermoso que es ver desde este bosque un eclipse, las estrellas, o los planetas,
por eso no se sensibiliza. Pero lugares naturales como el Bosque de Rocas ayudan
a sensibilizar a la gente. La gente ahora es muy dura. Para ver un cuadro,
escuchar una poesía, o sentir algo de arte, se necesita sensibilidad y no hay
mejor forma de sensibilizarse que partir de una apreciación de la naturaleza”,
nos dice Enrique Niquin, y nosotros le damos la razón.
Y justamente para hacer honor
a esta promesa, un grupo de personas ha iniciado una campaña para dar a conocer
esta maravillosa obra de arte natural. El grupo se llama Salvemos el Bosque deRocas de Collique, y pueden encontrarlo con este nombre en Facebook, allí
encontrarán toda la información que necesitan saber sobre este enclave de la
naturaleza, así como los correos o números de contacto de Enrique Niquin. De
más está decir que Expediente Oculto difundirá este tema y estará atento sobre
cada actividad que se realice a favor o en contra de este mítico lugar.
Comentarios