LIBROS HISTÓRICOS Y DEL MISTERIO: TRATADO DE PINTURA DE LEONARDO DA VINCI – PARTE III


XXI

De la variedad en las figuras.

Siempre debe anhelar el Pintor á ser universal, porque si unas cosas las hace bien y otras mal, le faltará todavia mucha dignidad, como á algunos que solo estudian el desnudo, segun la perfecta proporción y simetría, y no advierten su variedad: porque bien puede un hombre ser proporcionado, y ser al mismo tiempo grueso, alto, algo bajo, delgado ó de medianas carnes; y asi el que no pone cuidado en esta variedad, hará siempre sus figuras de estampa, y merecerá gran reprensión

* (I) Aconseja Vinci aqui la variedad de las formas y aspectos, porque de ella depende la hermosura y perfección de una obra. Porque si en todas las figuras de una historia se siguiese la proporción y belleza de la estatua Griega, faltaria tal vez la belleza y proporción necesaria á la obra. Por ejemplo: si en el célebre cuadro de Rafael, llamado el pasmo de Sicilia, hubiera el autor pintado á uno de los Sayones que alli se ven con una disposición en sus miembros igual á la de Jesucristo, no fuera tan alabado como es: pues cada figura ha de manifestar en los lineamentos exteriores de su rostro y cuerpo las propiedades interiores, ó la intención de su ánimo. Aun en un lienzo en que se representára el baño de Diana con multitud de Ninfas, debe haber diferencia en la proporción de sus cuerpos y semblantes; pues de otro modo resultaría una belleza, digámoslo asi, muy monótona.

XXII

De la universalidad.

Fácil es hacerse universal el que ya sabe por qué todos los animales terrestres tienen semejanza entre sí, respecto á los miembros, á los músculos, huesos y nervios, variándose solo en lo largo ó grueso, como se demostrará en la Anatomía. Pero en cuanto á los acuátiles, cuya variedad es infinita, no persuadiré al Pintor á que se proponga regla alguna.

XXIII

De aquellos que usan solo la práctica sin exactitud y sin ciencia.

Aquellos que se enamoran de sola la práctica, sin cuidar de la exactitud, ó por mejor decir, de la ciencia, son como el piloto que se embarca sin timón ni aguja; y asi nunca sabrá adonde va á parar. La práctica debe cimentarse sobre una buena teórica, á la cual sirve de guia la Perspectiva; y en no entrando por esta puerta, nunca se podrá hacer cosa perfecta ni en la Pintura, ni en alguna otra profesión.

XXIV

Nadie debe imitar á otro.

Nunca debe imitar un Pintor la manera de otro, porque entonces se llamará nieto de la naturaleza, no hijo; pues siendo la naturaleza tan abundante y varia, mas propio será acudir á ella directamente, que no á los Maestros que por ella aprendieron.

* (2) Este documento tiene alguna restricción, en el cual da á entender que el estudio é imitación de la naturaleza debe ser el único afán del Pintor; pero asi como para la total comprensión de una ciencia es menester ir aprendiendo ó imitando los progresos que en ella hicieron los Maestros y demás hombres eminentes; del mismo modo el joven aplicado debe estudiar y anhelar á la imitación de la naturaleza, siguiendo las huellas de aquel profesor cuyo estilo se adapte mas á su genio.

XXV

Del dibujar del natural.

Cuando te pongas á dibujar por el natural, te colocarás á la distancia de tres estados del objeto que vayas á copiar; y siempre qne empieces á hacer alguna línea, mirarás á todo el cuerpo para notar la dirección que guarda respecto á la línea principal.

XXVI

Advertencia al Pintor.

Observe el Pintor con sumo cuidado cuando dibuje, cómo dentro de la masa principal de la sombra hay otras sombras casi imperceptibles en su oscuridad y figura: lo cual lo prueba aquella proposición que dice, que las superficies convexas tienen tanta variedad de claros y oscuros, cuanta es la diversidad de grados de luz y oscuridad que reciben.

XXVII

Cómo debe ser la luz para dibujar del natural.

La luz para dibujar del natural debe ser del norte, para que no haga mutación; y si se toma del mediodía, se pondrá en la ventana un lienzo, para que cuando dé el sol, no padezca mutación la luz. La altura de esta será de modo que todos los cuerpos produzcan sombras iguales á la altura de ellos.

XXVIII

Qué luz se debe elegir para dibujar una figura.

Toda figura se debe poner de modo que solo reciba aquella luz que debe tener en la composición que se haya inventado: de suerte, que si la figura se ha de colocar en el campo, deberá estar rodeada de mucha luz, no estando el sol descubierto, pues entonces serán las sombras mucho mas oscuras respecto á las partes iluminadas, y también muy decididas tanto las primitivas como las derivativas, sin que casi participen de luz; pues por aquella parte ilumina el color azul del aire, y lo comunica á todo lo que encuentra. Esto se ve claramente en los cuerpos blancos, en donde la parte iluminada por el sol aparece del mismo color del sol, y mucho mas al tiempo del ocaso en las nubes que hay por aquella parte, que se advierten iluminadas con el color de quien las ilumina; y entonces el rosicler de las nubes, junto con el del sol, imprime el mismo color arrebolado en los objetos que embiste, quedando la parte á quien no tocan del color del aire; de modo que á la vista parecen dichos cuerpos de dos colores diferentes. Todo esto, pues, debe el Pintor representar cuando suponga la misma causa de luz y sombra, pues de otro modo sería falsa la operación. Si la figura se coloca en una casa oscura, y se ha de mirar desde afuera, tendrá la tal figura todas sus sombras muy deshechas, mirándola por la línea de la luz, y hará un efecto tan agradable, que dará honor al que la imite, porque quedará con grande relieve, y toda la masa de la sombra sumamente dulce y pastosa, especialmente en aquellas partes en donde se advierte menos oscuridad en la habitación, porque alli son las sombras casi insensibles; y la razón de ello se dirá mas adelante.

XXIX

Calidad de la luz para dibujar del natural y del modelo.

Nunca se debe hacer la luz cortada por la sombra decisivamente; y asi para evitar este inconveniente, se fingiran las figuras en el campo, pero no iluminadas por el sol, sino suponiendo algunas nubéculas trasparentes, ó celages interpuestos entre el sol y el objeto; y asi no hallándose embestida directamente por los rayos solares la figura, quedarán sus sombras dulces y deshechas con los claros.

XXX

Del dibujar el desnudo.

Cuando se ofrezca dibujar un desnudo, se hará siempre entero, y luego se concluirán los miembros y partes que mejor parezcan, y se irán acordando con el todo; pues de otra manera se formará el hábito de no unir bien entre sí todas las partes de un cuerpo. Nunca se hará la cabeza dirigida hacia la parte que vuelve el pecho, ni el brazo seguirá el movimiento de la pierna que le corresponde: y cuando la cabeza vuelva á la derecha, el hombro izquierdo se dibujará mas bajo que el otro, y el pecho ha de estar sacado afuera, procurando siempre que si gira la cabeza hacia la izquierda, queden las partes del lado derecho mas altas [1] que las del siniestro.

* (3) Como en la mayor parte de los cuadros historiados hay muchas figuras, cuya vista está interrumpida en parte por la interposición de otras; muchos suelen dibujar solamente las partes que se ven, con lo cual es muy dificil que queden los miembros con aquella conexión y correspondencia que deben tener entre sí. Por esto, pues, establece Vinci esta máxima digna de toda atención y observación.

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