¿QUIÉN FUE JACK EL DESTRIPADOR? (Reportaje especial)
Por Percy Taira
Muchos son los asesinos en serie que a través de los tiempos nos han indignado con sus aberrantes crímenes y su insano ensañamiento contra inocentes e inofensivas víctimas. Si bien es cierto, la mayoría de ellos son capturados y ajusticiados, existe un pequeño grupo que sobrevive a sus muertos y se mantiene oculto de la justicia pública hasta el fin de sus días. Uno de los casos más emblemáticos es sin lugar a dudas, el del asesino llamado “Jack, el destripador”, personaje londinense cuya trágica y cruenta carrera se inició luego de asesinar a cinco prostitutas del poblado de Whitechapel en 1888.
El tan aberrante nombre que lo lanzó a la fama fue obtenido en una de las cartas que supuestamente el asesino había escrito a la Agencia Estatal de Noticias de Londres, el 25 de septiembre de 1888, diecisiete días después de su segundo asesinato. El susupuesto autor de los asesinatos escribió en esa carta lo siguiente:
“Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha capturado, pero en realidad todavía no me han encontrado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a gritar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito...
Firmado: Jack el destripador.
No obstante, fue la carta recibida por el entonces presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel, George Lusk, el 16 de octubre de 1888, la que muchos indican es atribuible al descuartizador. La carta decía lo siguiente:
“Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco.”
Firmado: Atrápame cuando pueda, señor Lusk
Pero estas no fueron las únicas cartas que supuestamente fueron escritas por Jack, muchas personas, en un bizarro sentido del humor escribieron misivas haciéndose pasar por el entonces temido y desconocido asesino. Esto no hizo más que confundir no sólo a los agentes de Scotland Yard, sino también a la población en sí, que a falta de un asesino tuvieron que crear sus propias teorías y sospechas que abarcaba desde un barbero pueblerino hasta a los propios miembros de la realeza. Debido a esta serie de suspicacias hasta la fecha resulta difícil saber a ciencia cierta, quién fue realmente Jack.
Muchos son los sospechosos que tanto la policía de esa época como modernos investigadores han denunciado como la persona que estaba detrás de la misteriosa sombra de Jack, el destripador. Muchas de ellas son verdaderas especulaciones, como el caso del afamado escritor Arthur Conan Doyle, autor de Sherlock Holmes, quien sospechaba que el verdadero asesino no era un hombre, sino una mujer quien se disfrazaba de hombre para despistar a los miembros de Scotland Yard.
No obstante, esta teoría nunca fue tomada en serio y la posición tanto de agentes como de investigadores fue la de buscar a un hombre, no sólo por algunos testimonios recibidos sino también porque probaba la facilidad con que éste tenía acceso a las prostitutas. También se consideraba probable que el asesino supiera el manejo de alguna herramienta filuda o quirúrgica, esto debido a las mutilaciones que realizaba a sus víctimas, ante esto último era conocida las sospechas de que el asesino sería un médico, por ello, muchos describían a Jack como un sujeto que llevaba siempre un maletín de doctor, y por último, se sabía que el hombre conocedor de armas punzo cortantes era diestro, por las cortadas de izquierda a derecha que realizaba. Como es lógico suponer, estas descripciones generales no lograron más que ampliar la condición de sospechosos a un grueso importante de la población, entre los que se encontraban a parte de médicos, a carniceros, un barbero, un príncipe e incluso, un pintor.
El caso del pintor
En el 2002, la novelista criminal, Patricia Cornwell, publicó la obra "Retrato de un asesino". Un libro que aseguraba se daba a conocer el verdadero rostro de Jack el Destripador. La investigadora aseguró en su libro, que el responsable de la muerte de las cinco prostitutas en Whitechapel, no era sino, el pinto impresionistas Walter Sickert, conocido artista que centraba su obra entre Londres y Francia.
Para Cornwell, las sospechas se originan en principio por el interés que el pintor pareció tener durante esa época con respecto a los asesinatos de Jack el Destripador, llevándolo incluso a retratar una pintura a la que llamaría El cuarto de Jack el Destripador. Otro punto importante para esta autora, es el hobbie que tenía Sickert de leer diariamente más de diez diarios o de escribir constantemente cartas, ya sea a amigos o familiares. Este hecho para Cornwell es revelador, puesto que no sólo explica la voluntad de Jack para entablar una comunicación escrita con sus investigadores, sino que en el contenido de las mismas, el asesino demostraba conocer (e incluso con tono sarcástico) el acontecer político y social de su localidad.
Asimismo, y algo que da fuerza a esta teoría, es que según estudios realizados tanto a cartas obtenidas de Sickert como a las supuestas cartas de Jack el destripador, resultaron ser de un mismo tipo provenientes de una misma resma, es decir, un solo paquete. Además, según estudios grafotécnicos, el tipo de letra de ambos personajes tiene una alta probabilidad de ser similares.
Por último, la investigadora estima que uno de los principales motivos por las cuales un ser se vuelve un asesino en serie es por un hecho traumático que ha vivido en su niñez. Cornwell descubrió que el pintor sufrió a los cinco años de edad de una infección en el pene, una fístula que le dejaría al niño y para siempre, el pene deforme. Esto le produciría su posterior odia a las mujeres, sobre todo prostitutas, pues le recordarían su impotencia.
Aunque convincente, esta teoría tiene para muchos, demasiados vacíos para ser tomada como probable, en primer lugar, en muchas de las cartas que Sickert envió a sus familiares y amigos se descubrió que justo en los días de los asesinatos, el pintor no se hallaba en Londres sino en Francia. Además, muchos aseguran, que si bien es cierto, puede ser probable que el propio Sickert haya enviado esas cartas con el nombre de Jack, esto no implica de ninguna manera de que él haya sido el asesino.
Por último, en cuanto a la enfermedad que sufrió Sickert, muchos desestiman esta teoría puesto que era sabido que el pintor mantenía una serie de relaciones con diversas amantes, muchas de las cuales le habían dado al pintor varios hijos que el artista nunca reconoció.
Las “Teorías Reales”
Siendo la vida de Jack el destripador, un misterio difícil de develar, muchos investigadores, amantes de la conspiración, han propuesto teorías que incluso involucran los círculos más cercanos de la realeza británica. Uno de los más conocidos es una que involucra al propio príncipe Albert Victor, duque de Clarence, hijo mayor del príncipe de Gales, y a una comunidad masónica.
La primera de ellas indica que el príncipe había embarazado a una prostituta, y preocupado por el escándalo que podía sobrevenir decidió, en complicidad con un grupo masónico, de poner fin a su vida. Muchos indican que el encargado de llevar a cargo esta misión fue el médico inglés y psicoterapeuta de la Reina Victoria, Sir William Gull, esto debido al conocimiento del manejo del escalpelo y de otras herramientas quirúrgicas.
No obstante, el problema nació cuando se enteraron que la prostituta ya había comentado la noticia con otras cuatro mujeres, también prostitutas de Whitechapel, fue entonces cuando se decidió darle muerte a las cinco mujeres, siendo la supuesta amante de Eduardo VII, Mary Jane Kelly, la última en ser asesinada. Para muchos esto explicaría el cese de las muertes, pues todo no era más que un plan concreto y dirigido para asesinar a determinadas personas.
Por último, y según últimas investigaciones, el asesino no sería otro que un barbero polaco llamado Aaron Kosminski. Esto se sabe pues hace poco se puso de conocimiento público la libreta de anotaciones del inspector que lideró la búsqueda de Jack el destripador.
Según las anotaciones, el barbero polaco había despertado las sospechas de los agentes policiales tras haber amenazado a su hermana con un cuchillo. Además, había un testigo que lo había reconocido, pero debido a que ambos eran judíos se negó a testificar en su contra. El barbero, que según los datos padecía de problemas mentales, no pudo ser interrogado y simplemente fue recluido en un centro psiquiátrico hasta el día de su muerte en 1919. Según el inspector encargado del caso, una vez que se capturó a Kosminski, no se volvió a producir otro asesinato en Whitechapel.
Tras el rastro de Jack
El tan aberrante nombre que lo lanzó a la fama fue obtenido en una de las cartas que supuestamente el asesino había escrito a la Agencia Estatal de Noticias de Londres, el 25 de septiembre de 1888, diecisiete días después de su segundo asesinato. El susupuesto autor de los asesinatos escribió en esa carta lo siguiente:
“Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha capturado, pero en realidad todavía no me han encontrado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a gritar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito...
Firmado: Jack el destripador.
No obstante, fue la carta recibida por el entonces presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel, George Lusk, el 16 de octubre de 1888, la que muchos indican es atribuible al descuartizador. La carta decía lo siguiente:
“Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco.”
Firmado: Atrápame cuando pueda, señor Lusk
Pero estas no fueron las únicas cartas que supuestamente fueron escritas por Jack, muchas personas, en un bizarro sentido del humor escribieron misivas haciéndose pasar por el entonces temido y desconocido asesino. Esto no hizo más que confundir no sólo a los agentes de Scotland Yard, sino también a la población en sí, que a falta de un asesino tuvieron que crear sus propias teorías y sospechas que abarcaba desde un barbero pueblerino hasta a los propios miembros de la realeza. Debido a esta serie de suspicacias hasta la fecha resulta difícil saber a ciencia cierta, quién fue realmente Jack.
Los sospechosos
Muchos son los sospechosos que tanto la policía de esa época como modernos investigadores han denunciado como la persona que estaba detrás de la misteriosa sombra de Jack, el destripador. Muchas de ellas son verdaderas especulaciones, como el caso del afamado escritor Arthur Conan Doyle, autor de Sherlock Holmes, quien sospechaba que el verdadero asesino no era un hombre, sino una mujer quien se disfrazaba de hombre para despistar a los miembros de Scotland Yard.
No obstante, esta teoría nunca fue tomada en serio y la posición tanto de agentes como de investigadores fue la de buscar a un hombre, no sólo por algunos testimonios recibidos sino también porque probaba la facilidad con que éste tenía acceso a las prostitutas. También se consideraba probable que el asesino supiera el manejo de alguna herramienta filuda o quirúrgica, esto debido a las mutilaciones que realizaba a sus víctimas, ante esto último era conocida las sospechas de que el asesino sería un médico, por ello, muchos describían a Jack como un sujeto que llevaba siempre un maletín de doctor, y por último, se sabía que el hombre conocedor de armas punzo cortantes era diestro, por las cortadas de izquierda a derecha que realizaba. Como es lógico suponer, estas descripciones generales no lograron más que ampliar la condición de sospechosos a un grueso importante de la población, entre los que se encontraban a parte de médicos, a carniceros, un barbero, un príncipe e incluso, un pintor.
El caso del pintor
En el 2002, la novelista criminal, Patricia Cornwell, publicó la obra "Retrato de un asesino". Un libro que aseguraba se daba a conocer el verdadero rostro de Jack el Destripador. La investigadora aseguró en su libro, que el responsable de la muerte de las cinco prostitutas en Whitechapel, no era sino, el pinto impresionistas Walter Sickert, conocido artista que centraba su obra entre Londres y Francia.
Para Cornwell, las sospechas se originan en principio por el interés que el pintor pareció tener durante esa época con respecto a los asesinatos de Jack el Destripador, llevándolo incluso a retratar una pintura a la que llamaría El cuarto de Jack el Destripador. Otro punto importante para esta autora, es el hobbie que tenía Sickert de leer diariamente más de diez diarios o de escribir constantemente cartas, ya sea a amigos o familiares. Este hecho para Cornwell es revelador, puesto que no sólo explica la voluntad de Jack para entablar una comunicación escrita con sus investigadores, sino que en el contenido de las mismas, el asesino demostraba conocer (e incluso con tono sarcástico) el acontecer político y social de su localidad.
Asimismo, y algo que da fuerza a esta teoría, es que según estudios realizados tanto a cartas obtenidas de Sickert como a las supuestas cartas de Jack el destripador, resultaron ser de un mismo tipo provenientes de una misma resma, es decir, un solo paquete. Además, según estudios grafotécnicos, el tipo de letra de ambos personajes tiene una alta probabilidad de ser similares.
Por último, la investigadora estima que uno de los principales motivos por las cuales un ser se vuelve un asesino en serie es por un hecho traumático que ha vivido en su niñez. Cornwell descubrió que el pintor sufrió a los cinco años de edad de una infección en el pene, una fístula que le dejaría al niño y para siempre, el pene deforme. Esto le produciría su posterior odia a las mujeres, sobre todo prostitutas, pues le recordarían su impotencia.
Contradicciones a esta teoría
Aunque convincente, esta teoría tiene para muchos, demasiados vacíos para ser tomada como probable, en primer lugar, en muchas de las cartas que Sickert envió a sus familiares y amigos se descubrió que justo en los días de los asesinatos, el pintor no se hallaba en Londres sino en Francia. Además, muchos aseguran, que si bien es cierto, puede ser probable que el propio Sickert haya enviado esas cartas con el nombre de Jack, esto no implica de ninguna manera de que él haya sido el asesino.
Por último, en cuanto a la enfermedad que sufrió Sickert, muchos desestiman esta teoría puesto que era sabido que el pintor mantenía una serie de relaciones con diversas amantes, muchas de las cuales le habían dado al pintor varios hijos que el artista nunca reconoció.
Las “Teorías Reales”
Siendo la vida de Jack el destripador, un misterio difícil de develar, muchos investigadores, amantes de la conspiración, han propuesto teorías que incluso involucran los círculos más cercanos de la realeza británica. Uno de los más conocidos es una que involucra al propio príncipe Albert Victor, duque de Clarence, hijo mayor del príncipe de Gales, y a una comunidad masónica.
La primera de ellas indica que el príncipe había embarazado a una prostituta, y preocupado por el escándalo que podía sobrevenir decidió, en complicidad con un grupo masónico, de poner fin a su vida. Muchos indican que el encargado de llevar a cargo esta misión fue el médico inglés y psicoterapeuta de la Reina Victoria, Sir William Gull, esto debido al conocimiento del manejo del escalpelo y de otras herramientas quirúrgicas.
No obstante, el problema nació cuando se enteraron que la prostituta ya había comentado la noticia con otras cuatro mujeres, también prostitutas de Whitechapel, fue entonces cuando se decidió darle muerte a las cinco mujeres, siendo la supuesta amante de Eduardo VII, Mary Jane Kelly, la última en ser asesinada. Para muchos esto explicaría el cese de las muertes, pues todo no era más que un plan concreto y dirigido para asesinar a determinadas personas.
El Barbero de Polonia
Por último, y según últimas investigaciones, el asesino no sería otro que un barbero polaco llamado Aaron Kosminski. Esto se sabe pues hace poco se puso de conocimiento público la libreta de anotaciones del inspector que lideró la búsqueda de Jack el destripador.
Según las anotaciones, el barbero polaco había despertado las sospechas de los agentes policiales tras haber amenazado a su hermana con un cuchillo. Además, había un testigo que lo había reconocido, pero debido a que ambos eran judíos se negó a testificar en su contra. El barbero, que según los datos padecía de problemas mentales, no pudo ser interrogado y simplemente fue recluido en un centro psiquiátrico hasta el día de su muerte en 1919. Según el inspector encargado del caso, una vez que se capturó a Kosminski, no se volvió a producir otro asesinato en Whitechapel.
Comentarios
No, Jack era un chico del barrio, no desencajaba en el entorno, no desentonaba entre los lugareños, se camuflaba perfectamente en un entorno en el que se diluía por cotidiano y familiar, conocía al dedillo los atajos, los rincones más recógnitos y oscuros, los secretos y chascarrillos del barrio.
Y naturalmente conocía a las chicas y ellas a Jack, como sino iba a camelárselas, les inducía una falsa apariencia de seguridad, les ofrecería algo de licor, un poco de comida, alguna moneda a cambio de favores sexuales, de este modo las chicas jamás sospecharían pues por un lado es lo único que ellas podían ofrecer a cambio y por otro era a lo que estaban acostumbradas. Cualquier oferta fuera de tono despertaría recelos en las meretrices.
Lo más probable es que fueran ellas mismas las que guiaran a Jack al callejón, a la oscura esquina donde solían ejercer lejos de miradas indiscretas e interrupciones, sin darse cuenta las incautas que esa sería su tumba.
Veamos, eran mujeres en la más absoluta miseria, muchas sifilíticas o aún otras patologías propias de la malnutrición y la dependencia del alcohol y obviamente necesitaban prostituirse, está claro pues que para robarlas no las mató, para dar escarnio un chulo imposible pues seguido se daría cuenta de que el efecto de la intensa actividad policial era contraproducente para el negocio así como la paranoia e histeria colectiva.
Entonces, fijándonos en la saña de las mutilaciones, recesiones y laceraciones de los órganos sexuales y genitales femeninos, el asunto apunta a una patología sexual severa, un exacervado odio y furia infinita hacia la figura de la mujer y sobre todo la maternidad, por eso las despojaba del poder femenino, de la feminidad.
Sobre la forma de matar, hay algo que no veo muy claro, la falta de sangre en algunos de los lugares del crimen, si degüellan a alguien lo usual, lo típico es que instintivamente lleve sus manos a la garganta tratando de taponar la herida, bañando de sangre su atuendo, el entorno más cercano y aún a su agresor/es si se acercan lo suficiente, también no es descabellado que vanamente trataran de huir, pero curioso nada de esto parece acontecer, y nadie vio ni oyó nada.
Bueno, o bien no las mató en el lugar, sino que fueron transportadas y depositadas exprofeso (sería interesante de analizar), o bien primero al situarse ellas de espaldas esperando el acto sexual, primero eran asfixiadas y luego ya en el suelo degolladas para la exanguinación y posterior actividad posmortem, esto aseguraría a Jack quietud absoluta, poco chorro de sangre incontrolado y una posición más o menos cómoda para el frenesí sicótico de sangre y vísceras.
De veras alguien puede creer que Jack mató a 2 mujeres el mismo día a varias calles distantes un punto y otro, con toda la vigilancia y paranoia del momento, en apenas 12 minutos realizando en una de ellas la intensísima actividad que tod@s conocemos, no será más bien que las estadísticas criminales de la época enmascaraban su juego, o quizá fue al revés, aprovechando su juego alguien lo imitaba para dilucidar sus propios intereses delictivos, imputándole a Jack. Desde luego para las mal llamadas fuerzas del orden, que mejor oportunidad que viéndose desbordadas por los acontecimientos, sacar rédito del asunto encasquetándole todo cuanto asesinato sin resolver y con heridas mínimamente parecidas acontecieran, desviando así la atención de otros asuntos más pragmáticos y menos notables, aunque no menos relevantes.
Se me antoja que una navaja barbera en el bolsillo del chaquetón de un barbero de la época pasaría bastante desapercibida para los investigadores de la época más centrados en prejuicios que otras cosas, por otro lado una botella de licor de alta graduación sería un dulce elixir, tentador para una puta alcoholizada, pero a la par un buen antiséptico y mejor higienizante.
Lo paradójico es que "...a la perfección se llega por la práctica..." por tanto Jack debió de empezar con pequeños escarceos y coqueteos con la muerte y el asesinato mucho antes, pero sin duda pasarían enmascarados entre las estadísticas de la época y la ubicación.
No hay que infravalorar lo importante que hubiera sido para la policía haberle capturado, menudo tanto se hubieran apuntado y su prestigio saldría reforzado en contra de lo que estaba sucediendo, pero probablemente le encuestaron una o varias veces sin mayores evidencias para retenerle o acusarle, una persona respetada en la zona que se gana horradamente la vida, con una aparente cordura intachable, porqué encerrarlo. Y claro esto sin duda lo envalentonaría mucho más junto con el protagonismo que le brindaba la prensa y que jamás debió de acontecer, menudo acicate para un narcisista, ególatra y egocéntrico. Encima estaba haciendo profilaxis social, ahora se debía a su público y no podía defraudarlos, cuanto más morbo, más moustruoso el crimen.
Sobre las famosas cartas, la verdad es que no me merecen mayor atención, salvo la dirigida a Mrtr. Lusk, es como todas anónima, pero en ésta la diferencia la marca el hecho de que no se autodenomina de ninguna estúpida forma, nos indica el infierno personal de su mente, muestra una extraña reverencia o irónica educación, combinada con la arrogancia, el desafío y el sarcasmo, el reto es innegable. Si bien pudiera no ser atribuida a Jack, desde luego su autor manifiesta serios desordenes mentales, impulsividad y afán de protagonismo, pudiera tratarse de un COPYCAT pretendiendo protagonismo, pero como casi todo en este asunto nunca lo sabremos.
Jack, no era nadie, no era un diablo, nosotros lo convertimos en alguien y desgraciadamente él hizo macabramente célebres a unas desgraciadas que de todos modos hubieran muerto miserablemente en el anonimato más absoluto.
Estoy seguro que durante mucho tiempo, yo diría que por siempre, Jack seguirá siendo mito y leyenda para regocijo de much@s espabilad@s que no tienen ningún pudor en vendernos cualquier chorrada a l@s crédul@s.
Rol masonico fueron asesinos claro. Epoca no hay filmar directo así es dificil pero ADN policia faltan mas pruevas.
Saludos
Segundo amigos y amigas del mundo ya sabeis quién es Jack el destripador pero realmente solo un juego Rol Masonico del siglo XIX.
Hay apuesta siete hombres bién fuerte para poder atacar a las mujeres, ya estudiado sobre temas asesinos eran pertenece a la Casa Reales de Victoria.
Los ultimos conocer era futuro rey inglaterra y mato en covarde por causa asco.
Para saber mas mirad historial masonicos britanicos y secreto para Rol asco. Espero contestais al señor Kola.
Pero adios.
quisas.. seria bueno, por que quisas... tendria a un amiigo, que tiene muchas de las caracteristicas de jack.. quisas alla reeencarnado en el ..
pero creo que al verdadero nunca se lo va a descubrir, es inmune
y con respecto a por que asesinaba tan brutalmente debio ser por una influencia diabolica.pues a nadie se le ocurriria hacer semejante cosa.
Miopinion
Syrah
Hoy es mi cumpleaños tengo que matar