EL GRAN TERREMOTO DE LIMA DE 1655


Plaza Mayor de Lima en el siglo XVII



NDE: Advertimos que las historias y los relatos de este post puede herir algunas susceptibilidades, la intención de publicar este post en este blog es el de difundir notas, relatos y crónicas históricas sobre un hecho importante, aunque catastrófico, de la historia de Lima, que consideramos, puede ser de interés para los investigadores o para los especialistas que deseen saber más sobre los sismos fuertes que han ocurrido en la capital y cómo los pobladores y los cronistas de la época, vivieron este evento. Repetimos, no publicamos esto para herir susceptibilidades, sino como un documento que puede ser importante para los investigadores sobre esta materia.


Por Percy Taira


El libro “Terremotos. Colección de las relaciones de los más notables que ha sufrido esta capital y que la han arruinado”, publicado en 1863 por D. Manuel de Odriozola, en el que se hace una recopilación de textos y crónicas del siglo XVII y XVIII sobre temblores y terremotos que sucedieron en el Perú, nos cuenta que el terrible terremoto que sufrió la ciudad de Lima, ocurrió el día sábado 13 de noviembre a las 2 y 26 minutos de la tarde, en el año de 1655.

En este libro nos dan un breve relato de lo que pudo significar este evento: “Hubo en Lima un terremoto espantoso, que derribó muchas casas, y edificios, y se abrieron dos grietas, una en la plaza mayor enfrente de la puerta de Palacio, y otra en el Convento de Guadalupe, atemorizó tanto, que por muchos días salieron de la Ciudad á dormir al campo, de que resultaron muchas enfermedades, y muertes”.

También nos cuenta en otro relato del siglo XVII, además del daño causado, el posible epicentro del terremoto:

“Se comenzó á sacudir tan violentamente la tierra, que todos se temieron perecer en el estrago: las paredes mas robustas se mecían y doblegaban, como si fuesen débiles juncos al soplo de los vientos; las cruces mas bien firmes en las peanas, al repetido vaivén desmintieron de la fijeza de sus lugares; las campanas y esquilones, se doblaban en desordenado clamor; la tierra en parte rajada, se abria en grietas terribles y bocas. Tubo, al parecer, este terremoto su orijen y nacimiento del presidio del Callao, por la parte que mira al poniente; porque de su espaciosa Isla fue mayor el combate, y se reparó, que cayendo de lo alto desmedidos peñascos, se deshacían con estruendo al precipitarse al mar”.

También nos habla sobre la reacción de la población limeña en ese entonces luego del sismo cuando vieron sus casas destruidas, en algunos casos, o por el temor de las posibles réplicas:

“La Ciudad, al fin, padeció irreparables daños, y como dieron en repetirse por muchos días los vaivenes y estremecimientos de la tierra, sin pasarse sin sobresaltos muchas horas, asustados, y con razón temerosos los vecinos, huyeron de vivir á sombra de tejado, ni en el resguardo y seguridad de sus Casas. Muchos se retiraron á sus huertas y quintas; no pocos pasaban en sus patios las noches; los más así en la plaza mayor, como en las plazoletas de la ciudad, armaron sus pabellones y tiendas de campaña, repartidas las familias en varios alojamientos; algunos escojieron por mas seguro lugar el de los burgos y arrabales, por donde tiene la ciudad sus salidas al campo. Los religiosos, que en el retiro de sus conventos tienen huertas interiores, á ellas mudaron el pobre abrigo de sus camas, padeciendo la incomodidad y el destemple, que se deja entender.  En la plaza mayor, en frente de la Iglesia catedral, se levantó una enramada capaz, ó tienda de campaña espaciosa donde se celebraron por aquel tiempo los divinos oficios, concurriendo á las mismas y sermones muy apiñado concurso, no atreviéndose á celebrar dentro de las Iglesias, de temor de los temblores”.


CASTIGO DIVINO

Tal como sucedió en el caso del gran terremoto de Ica y Pisco ocurrido en 1664 (Pueden leer la historia de este terremoto en este enlace), en Lima muchos religiosos aseguraron que aquel terremoto era un castigo divino por los pecados cometidos por los habitantes de la capital.

“Mientras así castigaba Dios á la ciudad de Lima, andaba el celoso predicador de Cristo el V. Padre Francisco del Castillo, como otro Jonas por Nínive, exhortando á todos á penitencia, y á que con obras santas aplacasen la justa ira de Dios, que solo era amenaza, y aun no ejecución de castigo, el recuerdo que con los temblores de tierra les daba su misericordia. La misma tarde del primer terremoto salió el V. Padre del Colegio de San Pablo, á ver si había sucedido alguna desgracia, que pudiese remediar. Al pasar por la Catedral le comenzó á seguir mucho número de gente, buscando seguridad y defensa á la sombra del Siervo de Dios; en él tenían ciertas las esperanzas, de que como justo, había de templar con oraciones, y penitencias la divina indignación (….) Ascendió á una mesa arrimada (el padre del Colegio de San Pablo) á los pilares de un portal de los de la plaza mayor, y platicóles con fervor y espíritu, ponderando ser aquel aviso como mensagero de las piedades de Dios, para que se encomendasen con tiempo antes de llegará castigarlos su justicia; y que temiesen que si nó les servía para la enmienda el amago, se declararía en rigor, y que así se tuviesen entendido que cuando menos pensasen, y mas dormido y descuidados estuviesen, había de sobrevenirles un grave castigo de la ira de Dios, con otro temblor mayor”.

Cuenta esta crónica que fue tal el temor de la gente que oyó la prédica del padre que “correspondieron las demostraciones de arrepentimiento y dolor, llorando amargamente é hiriendo sus rostros y pechos”. Luego el padre caminó por Lima llevando un crucifijo en las manos y haciendo un acto de contrición en voz alta, para que cada poblador, en cada esquina, pidiera la misericordia de Dios.

Tal vez sea por el miedo a las palabras del padre de que más temblores llegarían a la ciudad, pero como dice la crónica “desde aquella noche desampararon todo el abrigo de sus casas, sin atreverse á dormir, temiendo lo que creían, y confirmándose en sus recelos al ver y sentir, nuevos y repetidos temblores á todas horas de la noche. Persuadieronse á ser verdad la voz que había corrido y trataron de confesarse”.

Al día siguiente, el domingo 14, cuentan las crónicas que se realizó una procesión, que convocó a una cantidad de personas jamás registrada hasta esa fecha, y esta gran concurrencia ocurrió los días posteriores al terremoto, ante el temor que ocasionaba cada una de las réplicas.


EL ORIGEN DEL CULTO AL SEÑOR DE LOS MILAGROS

Es quizá por este fervor religioso de la época y la creencia de que el terremoto era un castigo de Dios, que se inició en Lima uno de los grandes cultos religiosos, no solo del Perú sino también de Sudamérica, que perdura hasta nuestros tiempos: el culto al Señor de los Milagros, o como es conocido también, como el Señor de los Temblores. Imagen que fue pintada, según los registros históricos en 1651, pero que no fue hasta el terremoto de 1655, cuando tuvo la reputación de imagen santa y milagrosa.

En una crónica de la época, se cuenta lo siguiente:

“El año de 1651, se cree  haberse pintado en la pared de una Cofradía de Negros Angolas, por la mano de uno de ellos, la Imagen del Señor Crucificado, con su Madre y la Magdalena al pie de la Cruz. El año de 1655 padeció esta Ciudad uno de los grandes Terremotos, que en diferentes ocasiones la han afligido. Con él vinieron á tierra todas las Paredes de la Cofradía y de las Casas vecinas, quedando solo en pie el pedazo que ocupaba la Imagen del Señor. Lo retirado del sitio, que está en uno de los confines de la Ciudad, y las ruinas que lo cercaban, impidieron se advirtiese, así en la particularidad de quedar sola la Imagen libre de la ruina, como en la propiedad y primor de la pintura, hasta que el año de 1671, Andres de Leon, notando todas estas circunstancias, y en reconocimiento de la salud que creía haber alcanzado en un grave e incurable enfermedad, encomendándose á la Divina Imagen, empezó á darle culto baxo de una débil ramada de mangles y cañas.” (El texto completo sobre el origen del culto al Señor de los Milagros, puedes encontrarlo en este enlace)


Los datos modernos nos dicen que el terremoto que afectó la ciudad de Lima de 1655 tuvo una magnitud superior a los 7 grados en la escala de Richter, y que el epicentro se ubicó probablemente a 50 kilómetros al oeste del puerto del Callao y a 30 km de profundidad. En total, las vidas humanas que se perdieron tanto en Lima como el Callao, se ha calculado en por lo menos, 11 mil personas.


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