LIBROS EXTRAÑOS: EL ARS MORIENDI O EL MANUAL DEL BUEN MORIR
Por Percy Taira
En la Edad Media, diversas
enfermedades como la Peste Negra, las guerras o simplemente la hambruna,
mataban a miles de hombres en toda Europa, es por ello que en el siglo XV se
publicó, casi como una necesidad, un libro
titulado "Ars Moriendi" o El Arte de Morir, publicación que
con gran detalle reguló y fomentó lo que se conoció como el "buen
morir" de las personas.
El Manual de la "Buena Muerte"
El Ars Moriendi, surge en el
entorno del Concilio de Constanza (1414-1417), y era un manual o método en que
las personas podían aprender el buen morir, que era hacerlo de una manera
cristiana, en paz, serenidad, y esperando la salvación.
Se cree que el manuscrito
original fue escrito por un dominico del Priorato de Constanza, y se imprimió
en 1456 en Renania (Alemania) y se extendió rápidamente por toda Europa.
Si bien el libro estaba escrito
en un contexto religioso, muchos consideran que su intención iba mucho más allá
de tratados teológicos, sino, evitar que las personas tuvieran miedo a esta
etapa de la vida de todo ser humano, ya sean laicos o religiosos.
Las cinco tentaciones antes de
la muerte
Uno de los detalles que tenía
este Ars Moriendi, es que detallaba las cinco tentaciones con las que el
demonio intenta ganarse el alma del hombre momentos antes de su muerte y las
cinco inspiraciones, que a su vez, interponía el ángel para salvar el alma del
agonizante.
Entre las cinco tentaciones
por las que debe luchar la persona al momento de su muerte son: la infidelidad
o dudar de la fe; la desesperación por miedo a la justicia divina; la
vanagloria o enorgullecerse demasiado por las buenas obras realizadas; la
impaciencia a la muerte, sobre todo
cuando se sufre de dolores y sufrimientos en la agonía; y la avaricia,
entendida como el apego hacia todos los bienes terrenales.
Las cinco inspiraciones del
ángel bueno
Primera Tentación: la falta de fe
Por otro lado, las cinco
inspiraciones que recibe a su vez el moribundo, de parte del ángel bueno son:
ante la falta de fe, el ángel recuerda al agonizante que el diablo es un ser
mentiroso y le recomienda a rezar el Credo y a recordar a los Patriarcas, mártires
y apóstoles que murieron en la fe.
“non creas en las temptaciones
pestíferas e malvadas e falsos consejos del diablo; mas guárdate d’él, porque
es mentiroso e malicioso, ca por mentiras e falsías él engañó a Adán e Eva,
nuestros padres.”, dice el libro.
Segunda Tentación: la desesperación
Para resistir a la tentación
de la desesperación, el ángel resalta lo grande que es la misericordia divina,
y le hace recordar al moribundo cómo Dios perdonó a San Pablo por perseguir
cristianos o a San Pedro, por negarle tres veces.
“non debes desesperar por
pecador que seas, ca Ihesu Cristo es muerto por los pecadores et non por los
justos, assi como Él mesmo dize: ‘non vine llamar los justos, mas los
pecadores"
Tercera Tentación: Vanagloria, vanidad
Ante la vanagloria, el ángel
bueno recuerda la humildad, le recuerda al moribundo sus pecados y que a pesar
de las grandes obras que pudo tener en el pasado, debe buscar igualmente el
perdón de Dios.
“tú non podrías fazer cosa
alguna meritoria e buena, salvo mediante e ayudante la su gracia, segund que se
prueva esto por palabras de Nuestro Señor diziente: ‘sin mí non podéis fazer
cosa alguna’”.
Cuarta Tentación: la impaciencia
En cuanto a la impaciencia a
la muerte, el ángel bueno inspira a recordar la caridad y el amor de Dios, le
da a entender que no debe quejarse, que las enfermedades son un castigo y los
dolores deben soportarse estoicamente como un pago adelantado de las penas del
Purgatorio.
“Ombre, aparta tu coraçón de
la impaciencia e ira, por la qual el diablo por sus mortíferas malas
temptaciones procura por dampñar a tu ánima; porque por la impaciencia e murmuración,
e saña se pierde la ánima, assí como se salva por la paciencia.”
Quinta Tentación: la Avaricia
Por último, en cuanto a la
avaricia (que según el Ars Moriendi afecta más a laicos que a eclesiásticos) el
ángel pide al moribundo nuevamente la humildad y la fe, recordándole que
aquello es mucho más importante que todas las riquezas y glorias terrenales, ya
que éstos son temporales y perecederos, a diferencia de la Vida Eterna, premio
para fieles y humildes.
“¡O ombre, aparta tus orejas
de las falsas e mortíferas sugestiones e consejos del diablo, con que te piensa
e procura engañar e cegar! E ante, todas cosas olvida e pospone todos los
bienes e cosas temporales del todo, cuya memoria, por cierto, ninguna cosa de
salud te puede causar edar, mas antes muy grand impedimento e estorno de tu
salud espiritual.”
Un dato interesante del Ars
Mriendi es que prohíbe que cerca del moribundo se encuentre alguna de las
personas que hayan ayudado a pecar o hayan sido cómplices de sus pecados.
Confesión y la asistencia de
los cristianos
El libro también presenta un
interrogatorio que se debe hacer al enfermo para provocar su arrepentimiento y
su voluntad de morir en la fe católica. También se hace un llamado a los
cristianos a que ayuden a estos a morir de forma correcta, aconsejándoles cómo
deben hacerlo, y acompañándolos con oraciones y con los sacramentos necesarios.
También se le pide al
moribundo que deje arreglado todos los aspectos legales y personales antes de
su partida como pueden ser su testamento, asegurar la manutención de su
familia, la disposición de sus bienes y riquezas, el pago de deudas, etcétera.
Además, da la importancia obvia de cumplir con los sacramentos católicos como
el de la Unción de los Enfermos, que consistía en la aplicación de aceite sobre
las manos, cabeza y pies del moribundo, mientras que se recitaba una oración
que buscaba darle paz y tranquilidad al ungido.
Por último, el libro da una
lista de varias oraciones para que sean recitadas con el enfermo o en lugar de
él, entre ellas, la principal sería una que se atribuye a San Agustín.
“La paz de Nuestro señor Ihesu
Cristo e la virtud de la su Pasión, e la señal de la Santa Cruz e la integridad
de la Señora Virgen Santa María, e la bendición de todos los santos e santas,
la guarda de los ángeles e las ayudas de todos los escogidos sean entre mí e
entre todos los mis enemigos, visibles o non visibles, en esta hora de la mi
muerte. Amén.”
En tiempos en que la muerte
nos parece, igual que en esos tiempos, moneda corriente, en que la vida del ser
humano parece valer cada vez menos con las guerras, asesinatos o tragedias
propias de la naturaleza, que nos golpea constantemente, a veces olvidamos lo
importante que es que ese último paso que damos de este al otro mundo, lo
hagamos de una manera tranquila y pacífica, sin miedos ni dolores de espíritu, y cargando sobre nuestros hombros, el menor peso posible.
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