El misterioso encuentro con humanoides robóticos en Warneton (Bélgica, 1972)

 


Por Expediente Oculto

En las frías noches de invierno, las carreteras solitarias y el silencio del campo pueden dar lugar a experiencias que desafían la lógica. Una de estas vivencias tuvo lugar en Bélgica en los años setenta y ha quedado registrada como uno de los casos más extraños y detallados de encuentros cercanos con lo desconocido. Se trata del incidente de Warneton, donde un conductor francés vivió una experiencia que combinaría fallos mecánicos inexplicables, figuras humanoides de aspecto robótico y una extraña repetición del fenómeno meses después.



Dibujo original basado en el testimonio del testigo.


La primera noche

Era el 27 de enero de 1972. Un hombre francés de 31 años conducía su vehículo hacia la localidad de Warneton. La noche estaba húmeda por la lluvia, la luna llena iluminaba el paisaje y la radio funcionaba con normalidad. Avanzaba a unos 65 km/h cuando, sin previo aviso, el motor del auto se apagó, las luces delanteras se extinguieron y la radio dejó de sonar. El coche se deslizó por inercia hasta detenerse, y el conductor, mecánico experimentado, pensó que se trataba de un problema eléctrico.

Antes de salir a inspeccionar, notó por la ventana un objeto a unos 150 metros de distancia. En un primer momento creyó que se trataba de un carro abandonado, pero la visión se volvió inquietante al distinguir luces anaranjadas y blancas y tres patas de soporte. La forma le recordó a un casco militar de la Primera Guerra Mundial.

De pronto, su atención se desvió hacia dos figuras que se movían lentamente hacia él desde un campo cercano. Sus movimientos eran rígidos y sincronizados. Una de ellas portaba un objeto en forma de regla gruesa con punta piramidal, similar a un arma. La otra, de casco cilíndrico y rostro visible a través de una pantalla transparente, mostraba facciones pálidas con ojos redondos, nariz estrecha y una boca en forma de línea. Ambas vestían trajes metálicos grises de una sola pieza, con botas pesadas y elementos que parecían formar parte de un equipo especializado.

El testigo percibió un leve impacto en la base del cráneo y un sonido profundo que no llegaba por el oído, sino de manera interna. Mientras tanto, un tercer ser, de aspecto similar, permanecía junto al objeto. 

De repente, los dos seres giraron la cabeza al unísono hacia un punto detrás del coche. El sonido cesó y comenzaron a caminar rápidamente de regreso al objeto. Las patas del artefacto se retrajeron, elevándolo unos centímetros, y tras unos segundos, ascendió en ángulo hasta desaparecer de la vista.

En ese momento, otro vehículo se acercó. Su conductor, un belga, se detuvo y preguntó si el hombre había sido atacado. Sorprendentemente, afirmó que también había visto a las figuras y que su motor había sufrido alteraciones, aunque sus luces funcionaban. Después de que el belga se marchara, el coche del testigo recuperó el funcionamiento del motor y la radio, aunque esta última presentó interferencias permanentes desde entonces.



El segundo encuentro

Casi cuatro meses más tarde, el 6 de junio de 1972, el mismo testigo volvía a circular por la zona a la misma hora de la noche. De nuevo, los dos seres aparecieron, esta vez en el borde de la carretera, como si estuvieran esperando a algo o alguien. El motor comenzó a fallar y el hombre se detuvo a escasos metros de ellos. Sintió nuevamente el impacto en la cabeza y el sonido interno, pero en esta ocasión, el fenómeno duró apenas unos minutos. Sin previo aviso, las figuras desaparecieron sin dejar rastro, y el coche volvió a la normalidad.

Curiosamente, otro vehículo circulaba por delante y no pareció notar nada. El testigo buscó algún objeto o nave en las cercanías, pero no encontró evidencia física.


La investigación y las hipótesis

El caso fue estudiado por investigadores locales y especialistas en ufología, quienes entrevistaron exhaustivamente al testigo y verificaron su relato. Consideraron que su sinceridad no podía ponerse en duda y que los hechos narrados representaban un episodio extraordinario. 

Algunos consideraron que todo este episodio podía deberse a algún tipo de alucinación o imaginación por parte del testigo. Sin embargo, la descripción precisa de los seres y del objeto, así como la coincidencia de detalles con el segundo conductor en el primer encuentro, serían evidencia de que lo vivido por el testigo fue una experiencia real y no de una alucinación. 

Por otro lado, lo que llama la atención es que el testigo viviera no solo uno, sino dos encuentros cercanos, y que lo haya hecho además, en el mismo lugar y a la misma. Algo muy extraño dentro de la casuística ovni. Es por esto, que el incidente Warneton resulta ser un caso excepcional.

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