LA CARTA DE GANDHI A HITLER QUE PUDO CAMBIAR LA HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


Por: Alex Albornoz

Pocos saben (sabían, refiriéndome a que este tipo de información, no se ve a la vuelta de la esquina) de la existencia de una misiva que escribiera un 24 de diciembre de 1940 (en plena Segunda Guerra Mundial) el pacifista Mahatma Gandhi al tirano Adolfo Hitler y que el líder del nazismo alemán, jamás recibió. Cierto es que, históricamente, no fue la única carta que el pacifista de la India escribiera a Hitler, hubo dos antes, una de ellas escrita en 1939 antes de que la Alemania nazi invadiera Polonia y antes que el Reino Unido, Australia, Francia, y otros países le declararan la guerra a Hitler. Pero la que señalan como la más importante e histórica es la de 1940, la misma que vamos a publicar en este post. 

Los misterios que envuelven esta carta son muchos, por ejemplo, el comprender por qué un tipo como Gandhi, a sabiendas que le estaba escribiendo a un tipo desencajado en su concepción del poder expansionista, creía que le podría hacer el mínimo caso o por lo menos mover la estructura del pensamiento blindado que poseía Hitler; o descubrir por qué el imperio británico impidió que esta carta llegara a manos del Fuhrer o se hiciera pública. Como digo, son muchos los misterios que envuelven esta carta y que los entendidos se han afanado en especular y entender, pero la intención de este artículo no es develar estos misterios sino contar qué decía esta carta y qué hubiera significado, en el mejor de los casos, si hubiera llegado a su destinatario.

Este es el contenido de la carta:

Carta enviada en plena Segunda Guerra Mundial
24 de diciembre de 1940

Algunos amigos me han instado a escribirle en nombre de la humanidad. Pero me he resistido a su petición, porque me parecía que una carta mía sería una impertinencia. Con todo, algo me dice que no tengo que calcular, y tengo que hacer mi llamamiento por todo lo que merezca la pena.

Está muy claro que es usted hoy la única persona en el mundo que puede impedir una guerra que podría reducir a la humanidad al estado salvaje. ¿Tiene usted que pagar ese precio por un objetivo, por muy digno que pueda parecerle? ¿Querrá escuchar el llamamiento de una persona que ha evitado deliberadamente el método de la guerra, no sin considerable éxito? De todos modos, cuento de antemano con su perdón si he cometido un error al escribirle.

Yo no tengo enemigos. Mi ocupación en la vida durante los últimos treinta y tres años ha sido ganarme la amistad de toda la humanidad fraternizando con los seres humanos, sin tener en cuenta la raza, el color o la religión.

Carta fechada en 1939
Espero que tenga usted el tiempo y el deseo de saber cómo considera sus actos una buena parte de la humanidad que vive bajo la influencia de esa doctrina de la amistad universal. Sus escritos y pronunciamientos y los de sus amigos y admiradores no dejan lugar a dudas de que muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana, especialmente en la estimación de personas que, como yo, creen en la amistad universal. Me refiero a actos como la humillación de Checoslovaquia, la violación de Polonia y el hundimiento de Dinamarca. Soy consciente de que su visión de la vida considera virtuosos tales actos de expoliación. Pero desde la infancia se nos ha enseñado a verlos como actos degradantes para la humanidad. Por eso no podemos desear el éxito de sus armas.

Pero la nuestra es una posición única. Resistimos al imperialismo británico no menos que al nazismo. Si hay alguna diferencia, será muy pequeña. Una quinta parte de la raza humana ha sido aplastada bajo la bota británica empleando medios que no superan el menor examen. Ahora bien, nuestra resistencia no significa daño para el pueblo británico. Tratamos de convertirlos, no de derrotarlos en el campo de batalla. La nuestra es una rebelión no armada contra el gobierno británico. Pero los convirtamos o no, estamos totalmente decididos a conseguir que su gobierno sea imposible mediante la no colaboración no violenta. Es un método invencible por naturaleza. Se basa en el conocimiento de que ningún expoliador puede lograr sus fines sin un cierto grado de colaboración, voluntaria u obligatoria, por parte de la víctima. Nuestros gobernantes pueden poseer nuestra tierra y nuestros cuerpos, pero no nuestras almas. Pueden tener lo primero sólo si destruyen por completo a todos los indios: hombres, mujeres y niños. Es cierto que no todos podrán llegar a tal grado de heroísmo, y que una buena dosis de temor puede doblegar la revolución; pero eso es irrelevante. Pues si en la India hay un número suficiente de hombres y mujeres que están dispuestos, sin ninguna mala voluntad contra los expoliadores, a entregar sus vidas antes que doblar la rodilla ante ellos, habrán mostrado el camino hacia la libertad de la tiranía de la violencia. Le pido que me crea cuando digo que encontrará usted un inesperado número de tales hombres y mujeres en la India. Durante los últimos veinte años han estado formándose para ello.

Durante el último medio siglo hemos estado intentando liberarnos del gobierno británico. El movimiento por la independencia no ha sido nunca tan fuerte como ahora. El Congreso Nacional Indio, que es la organización política más poderosa, está tratando de conseguir este fin. Hemos logrado un éxito muy apreciable por medio del esfuerzo no violento. Estamos buscando los medios correctos para combatir la violencia más organizada en el mundo, representada por el poder británico. Usted le ha desafiado. Ahora queda por ver cuál es el mejor organizado: el alemán o el británico. Sabemos lo que la bota británica significa para nosotros y las razas no europeas del mundo. Pero nunca desearíamos poner fin al gobierno británico con la ayuda de Alemania. En la no violencia hemos encontrado una fuerza que, si está organizada, sin duda alguna puede enfrentarse a una combinación de todas las fuerzas más violentas del mundo. En la técnica no violenta, como he dicho, no existe la derrota. Todo es «Vencer o morir» sin matar ni hacer daño. Se puede usar prácticamente sin dinero y, claro está, sin la ayuda de la ciencia de la destrucción que tanto han perfeccionado ustedes.

Me asombra que no perciba usted que esa ciencia no es monopolio de nadie. Si no son los ingleses, será otra potencia la que ciertamente mejorará el método y le vencerá con sus propias armas. Además, no está dejando a su pueblo un legado del que pueda sentirse orgulloso, pues no podrá sentirse orgulloso de recitar una larga lista de crueldades, por muy hábilmente que hayan sido planeadas.

Por consiguiente, apelo a usted, en nombre de la humanidad, para que detenga la guerra. No perderá nada si pone todos los asuntos en litigio entre usted y Gran Bretaña en manos de un tribunal internacional elegido de común acuerdo. Si tiene éxito en la guerra, ello no probará que usted tenía razón. Sólo probará que su poder de destrucción era mayor. Por el contrario, una sentencia de un tribunal imparcial mostrará, en la medida en que es humanamente posible, cuál de las partes tenía razón.

Sabe que, no hace mucho tiempo, hice un llamamiento a todos los ingleses para que aceptaran mi método de resistencia no violenta. Lo hice porque los ingleses saben que soy un amigo, pese a ser un rebelde. Soy un desconocido para usted y para su pueblo. No tengo coraje suficiente para hacerle el llamamiento que hice a todos los ingleses, aunque se aplica con la misma fuerza a usted que a los británicos.

Durante esta estación, cuando los corazones de los pueblos de Europa ansían la paz, hemos suspendido incluso nuestra pacífica lucha. ¿Es demasiado pedir que haga un esfuerzo por la paz en un tiempo que tal vez no signifique nada para usted personalmente, pero que tiene que significar mucho para los millones de europeos cuyo mudo grito de paz oigo, pues mis oídos pueden escuchar la voz de millones de personas mudas?


Un cambio en la historia de la SGM


Cabe la pregunta: ¿Qué hubiera significado que Hitler hubiera recibido esta carta? Pues bien, una posibilidad sumamente espernzadora, hubiera sido un giro en la concepción de Hitler, pues suponiendo que hubiera leído la carta, y esta hubiera roto con su blindado pensamiento y modificado sus más remotos sentimientos humanos, la historia posiblemente hubiera sido otra, es decir que Hitler hubiera retrocedido en su plan expansionista de poder mundial que deseaba poseer. Entonces podemos estar frente a un hecho histórico que hoy en día no lamentaríamos. Quizá esta carta hubiera tenido un poder supremo de luz que hubiese podido lograr ese gran cambio en la mente del líder nazi, pero hoy solo podemos imaginar un escenario similar. Nada más.

Como dije al inicio de este artículo, esta no fue la única carta que Gandhi escribió al dictador, de hecho se sabe de la existencia de otras dos cartas que están en exhibición en Mani Bhavan en Bombay, y que el líder nazi tampoco recibió. Quién sabe, tal vez no una sino tres cartas, hubieran podido evitar esta terrible guerra que dejó unos 70 millones de muertos en en gran parte del planeta.

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