EL MISTERIO DE LA MUERTE DE JOSÉ SANTOS CHOCANO, EL POETA DE AMÉRICA
José Santos Chocano, considerado como el "Poeta de América"
Por Percy Taira
La muerte del poeta José
Santos Chocano es sin lugar a dudas, uno de los hechos más misteriosos y
extraños de la historia de la literatura peruana. La historia de su muerte mezcla asesinatos, venganzas y hechos tan bizarros como la búsqueda de tesoros.
CHOCANO EL ASESINO
La tragedia de
José Santos Chocano comienza en 1925. Edwin Elmore (nacido en 1890) era un
poeta e intelectual muy considerado y querido en su época. Era hijo del
ingeniero Teodoro Elmore, quien años atrás fue el encargado de colocar
estratégicamente un circuito de minas antes de la Batalla de Arica, ocurrida el
7 de junio de 1880, al no funcionar estas minas durante el ingreso del ejército
de Chile al territorio peruano, se acusó a Elmore de haberle dicho al ejército
chileno la ubicación de las minas, dándole así una fama (que a todas luces fue
falsa) de traidor a la patria.
El hijo, de alguna forma
cargaba también con aquella leyenda negra de su padre. Un día, Edwin Elmore
escribió un artículo al diario La Crónica criticando duramente la figura de
José Santos Chocano, al que llamó “vulgar impostor” y "solista inevitable,
el ovacionado tenor de la continuada opereta bufa de nuestra vida
ciudadana".
Estos insultos se debían
principalmente a disputas políticas, debido a que Chocano defendía a las
dictaduras latinoamericanas, y Elmore, así como José Carlos Mariátegui, Luis
Alberto Sánchez, entre otros, las criticaban duramente.
Sea como fuere, el diario La
Crónica se negó a publicar dicho artículo, sin embargo, uno de los periodistas
le entregó el texto a José Santos Chocano, quien estalló en rabia e
indignación. Se dice que al enterarse de este escrito, Chocano llamó por
teléfono a Elmore, y ni bien sintió que éste levantaba el auricular, le dijo: “¿Hablo
con el hijo del traidor de Arica?”, Elmore reconoció inmediatamente la voz del
poeta, y le respondió: “Eso me lo tiene usted que repetir en persona si es
hombre”.
Inmediatamente después de esta
llamada, ambos personajes decidieron escribir una carta al diario El Comercio
para continuar con su disputa. El diario, al notar que las cartas no eran más
que ataques personales, se negó a publicar las misivas.
Sin embargo, el destino, la
tragedia o la casualidad, quiso que ambos personajes se encontraran justo en
el hall del diario. Al verse, según los
testigos comenzaron nuevamente a insultarse uno y otro. En un momento de la
disputa, Elmore se acercó a Chocano, le tomó de la solapa y le dio una gran
bofetada. Fue en ese momento en que Chocano, llevó una de sus manos al bolsillo
trasero del pantalón y sacó un revólver. Elmore al ver el arma retrocede unos
pasos, pero el poeta apretó el gatillo y le dio un disparo en el vientre casi a
quemarropa.
Este hecho ocurrió el 31 de
octubre de 1925, entre los testigos de este hecho se encontraba el propio
director del diario El Comercio de ese entonces, el señor Antonio Miró Quesada,
a quien Chocano además, le dio su arma antes de entregarse a las autoridades.
Elmore fue llevado inmediatamente al Hospital Italiano, se le hizo dos operaciones
quirúrgicas, sin embargo, el daño en el vientre (cinco perforaciones en el
intestino delgado, una en el intestino grueso, entre otros daños internos) era
demasiado y los médicos no pudieron hacer mucho para salvar al intelectual. Elmore
falleció el 2 de noviembre, a la edad de 35 años, la causa de la muerte fue una
“peritonitis séptica, producida por las perforaciones intestinales que quedaron
sin suturar en la operación quirúrgica”. Se dice sus últimas palabras fueron “Aquí
termina todo”.
Chocano fue detenido y
encarcelado ese mismo año, sin embargo, gracias a su amistad con el entonces
presidente de la República, Augusto B. Leguía, dos años después fue liberado
por un indulto presidencial. Inmediatamente, y para evitar el escándalo, viajó
a Chile en 1928 para radicar en la capital de este país.
LAS CARTAS QUE NUNCA SE LEYERON
Edwin Elmore, fue asesinado por un balazo a quemarropa por el poeta José Santos Chocano.
Para mayores datos, acá les
dejo partes de las cartas que escribieron tanto Elmore como Chocano, y que querían publicar en el diario El
Comercio. Cartas dedicadas a uno y otro pero que nunca pudieron leer.
La carta que quería publicar Elmore
en el diario El Comercio, era la siguiente:
“Hace pocos momentos, ha
cometido usted la villanía de preguntarme por teléfono, poniéndose a cautelosa
distancia -si soy hijo de de Teodoro Elmore, calificándolo usted de traidor de
Arica-; dando así una prueba de ignorancia de la historia patria y de miseria
espiritual muy grande (…) El hombre es responsable únicamente de sus actos, y si descendiera a juzgar los de usted demostraría a los pocos que aún lo ignoran que usted, en sus actos públicos y privados, se ha conducido siempre como un perfecto miserable. (…) Le advierto a usted que no le he pegado de sopapos por despreciarle demasiado, y que si usted en cualquier forma se dirigiera a mí, en el lugar en donde lo hallare le escupiría la cara.” (Leer la carta completa)
Por otro lado, esta era la
carta que Chocano le escribió a Elmore, y que éste nunca pudo leer:
“Desgraciado joven: aunque no
tiene usted la culpa de haber sido engendrado por un traidor a la Patria, tengo
el derecho de creer que los chilenos han pagado a usted por insultarme (…)
Pequeños farsantes todos ustedes, generación de cucarachas brotadas en el
estercolero de la oligarquía civilista (…) Representan ustedes la hez de los
intelectualizantes de este país (…) Debe usted a Clemente Palma (director de La
Crónica) la vida, porque si sale publicado su articulejo de mayordomo (...) le
hubiera sin el menor reparo destapado los sesos (…) Miserable: como he
aplastado a Vasconcelos, te aplastaré a ti, si no te arrodillas a pedirme
perdón. Yo para usted no podría ser sino su patrón”. (Leer la carta completa)
LA BÚSQUEDA DE TESORO
Chocano debía salir de Lima,
si bien contaba con la amistad de los poderes políticos del país, la sociedad
no lo veía ya como aquel fantástico poeta sino como el asesino, que gracias a
sus contactos no había recibido un justo castigo. Por ello decidió viajar a
Santiago de Chile.
Fue en este viaje, en la que
José Santos Chocano, comienza una etapa extraña en su vida. Se dedicará a
partir de ese momento a la búsqueda de tesoros en la ciudad chilena. Y es que
en ese entonces, se dio en Chile una ley que permitía excavar en aquellos
lugares donde se creyese hubiera algún tipo de cofre colonial cargado de oro,
plata, o cualquier otro mineral valioso. Los llamados cofres nunca se
encontraron por supuesto, pero esto fue suficiente para hacer volar la imaginación
y ambición no solo de la sociedad chilena, sino también del poeta.
EL ASESINO ASESINADO
Debido a esta nueva empresa a
la que se había abocado el poeta, se asoció con diversos personajes, alguno de
ellos, con algunos trastornos mentales en esta especie de fiebre de oro
chileno.
El 13 de diciembre de 1934, alrededor
de las 5 de la tarde, luego de depositar unas cartas en la oficina postal de la
Comuna de Pedro de Valdivia (Santiago de Chile), el poeta subió al tranvía
número 768, de la línea 34, en la esquina de la calle Eduardo Llanos con la
Avenida Ararrázaval. Cuatro cuadras después, se subió al tranvía un hombre
delgado y sumamente nervioso, parece que de inmediato reconoció al poeta, que
se encontraba sentado en uno de los laterales del tranvía. Se acercó a él y sin
mediar palabra alguna, le dio dos puñaladas en el pecho.
Chocano se puso de pie e
intentó huir, fue allí cuando el hombre le dio otros dos golpes con su arma,
esta vez en la espalda. El público del tranvía comenzó a gritar y el vehículo
se detuvo. Inmediatamente llevaron el cuerpo del poeta hasta la Posta de Nuñoa,
sin embargo, Chocano ya había muerto en el camino.
Según mostraría la autopsia, una
de las puñaladas había perforado el ventrículo izquierdo del corazón, algo que
le había provocado la muerte casi de manera instantánea.
Luego de ser capturado, el
asesino declaró que era socio de Chocano en la búsqueda de tesoros, y lo
asesinó porque pensó que Chocano estaba a punto de traicionarlo, porque según
dijo, el poeta había encontrado un mapa del tesoro que no tenía intenciones de
compartir.
El asesino pasó por un examen
psiquiátrico y se determinó que sufría de esquizofrenia paranoide. No fue
condenado a una prisión, sino que fue recluido en un manicomio de Santiago de
Chile, en donde murió en 1951.
Por otro lado, el cuerpo del
poeta fue repatriado al Perú en 1965. Desde entonces sus restos descansan en el
cementerio Presbítero Maestro de Lima. Su cuerpo fue enterrado de pie en un
metro cuadrado tal y como lo pidió en vida. En su tumba reza el epitafio
siguiente: “Este metro cuadrado que en la tierra he buscado / Vendrá tarde a
ser mío. Muerto al fin lo tendré… / Yo no espero ahora más que un metro
cuadrado / Donde tengan un día que enterrarme de pie”.
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