LOS EXTRAÑOS ANIMALES QUE VIERON LOS ESPAÑOLES EN PERÚ Y EL RESTO DE AMÉRICA




Por Percy Taira

Es muy difícil de imaginar, lo que habrán sentido aquellos hombres del siglo XV y XVI, cuando pisaron por primera vez tierras americanas. Era, como bien se dijo en su época, descubrir un Nuevo Mundo, y con eso quiere decir por supuesto, descubrir, encontrarse por primera vez, con todo lo que este continente contenía, no solo hablamos de las personas, sus hábitos y costumbres, que ya de por sí eran un gran golpe para las creencias que hasta ese entonces se tenían, sino también a la naturaleza misma, al clima, a las plantas, y de lo que vamos a hablar en este post, de los animales, de esas criaturas que mostradas por primera vez ante sus ojos, eran objeto de extrañeza, temor y curiosidad. Muchos de estos avistamiento sirvieron en algunos casos para fortalecer los mitos del bestiario que ya de por sí traían consigo los europeos de la época, otros en cambio, ayudaron a crear nuevas leyendas.

En este post vamos a dar un breve repaso sobre los extraños animales reportados de América en ese entonces, desde los que hoy conocemos como tales, hasta aquellos que incendió la imaginación de los nuevos visitantes.


LAS SIRENAS Y CÍCLOPES DE COLÓN


La primera referencia que tenemos sobre la existencia de extrañas criaturas en el Nuevo Mundo, fue a través del diario del navegante genovés Cristóbal Colón en sus primeras incursiones en estas tierras.  Por ejemplo, a poco después del descubrimiento de América, el miércoles 9 de enero de 1943, en las costas de La Florida, el propio Colón aseguró haber divisado sirenas (seres mitológicos mitad mujer mitad pez) en el mar.

El texto nos dice:
“...En toda esta tierra hay muchas tortugas de las cuales tomaron los marinos en el Monte Cristi que venían a desovar en tierra, y eran muy grandes como una grande tablachina. El día pasado, cuando el Almirante iba al Río de Oro, dijo que vio tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara. Dijo que otras veces vio algunas en Guinea, en la costa de Manegueta..."

Tal como Colón, muchos de los primeros exploradores de la nueva tierra aseguraron haber visto a estos seres en mares o ríos. Sin embargo, con el paso del tiempo, ya en la época de la conquista española, tanto en México como en Perú, estos mitos fueron desapareciendo poco a poco, ya que el conocimiento en este caso, se dio paso entre la fantasía, y era de común consenso de que aquellas “sirenas” no eran más que unos animales llamados manatíes.

Pero Cólon no sólo vio sirenas, sino que muchos indios de la zona, le hablaron de seres monstruosos que los primeros europeos en América trataron de interpretar a su manera. Este es otro de los casos ocurrido el domingo 4 de noviembre.

“[El almirante] Entendió también que lexos de allí avía hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que comían los hombres y que en tomando uno lo degollavan y le bevían la sangre y le cortavan su natura”.

Con respecto a estos supuestos seres cíclopes y caníbales, también dice el lunes 26 de noviembre:

“Toda la gente que hasta oy ha hallado dizque tiene grandíssimo temor de los caniva o canima, y dizen que biven en esta isla de Bohío […] Y a esta causa le parece que aquellos indios que traían no suelen poblarse a la costa de la mar, por ser vezinos a esta tierra, […] temiendo que los avían de comer, y no les podía quitar el temor, y dezían que no tenían sino un ojo y la cara de perro”.

Cabe destacar en este punto que el propio Cristóbal Colón indica que los comentarios de los lugareños son pocos fiables debido a los evidentes problemas de comunicación de estos primeros encuentros entre los lugareños y visitantes, no obstante, el solo hecho que el navegante haya colocado estos testimonios en su diario es una muestra clara de las ideas, temores y creencias que rodeaban su época. También es curioso notar, como vamos a ver más adelante, la similitud del temor de los pobladores de las Américas a poblar las costas por la amenaza de estos seres extraños que hacían daño a estas civilizaciones. Es el caso por ejemplo, de los llamados gigantes.

PODCAST. EL DIARIO DE CRISTOBAL COLÓN Y SUS ENCUENTROS CON OVNIS




LOS GIGANTES DE LA CONQUISTA


Son muchos los relatos de la antigua América que nos hablaban de gigantes. Hombres de tamaño y fuerzas extraordinarias. Sin embargo nos vamos a centrar en los relatos originados del Perú, y que nos traen a la memoria los cronistas de la época como Pedro de Cieza de León, quien llegó junto a los conquistadores, y el padre jesuita, Fernando de Montesinos, quien recoge los datos de Cieza de León pero que también da otros detalles.

Pedro de Cieza de León, en el siglo XVI, nos dice lo siguiente sobre los gigantes:

“Y porque en el Perú hay fama de los gigantes que vinieron a desembarcar a la costa en la punta de Santa Elena (hoy Ecuador), que está en los términos de la ciudad de Puerto Viejo (hoy Piura), me pareció dar noticia de lo que oí de ellos según que yo lo entendí, sin mirar las opiniones del vulgo y sus dichos varios, que siempre engrandece las cosas más de lo que fueron.

Cuentan los naturales por relación que oyeron de sus padres –la cual ellos tuvieron y tenían de muy atrás- que vinieron por la mar en unas balsas de juncos, a manera de grandes barcas, unos hombres tan grandes que tenía tanto uno de ellos de la rodilla abajo como un hombre de los comunes en todo el cuerpo, aunque fuese de buena estatura. Y que sus miembros conformaban con la grandeza de sus cuerpos tan disformes que era cosa monstruosa ver las cabezas (según eran grandes) y los cabellos que les llegaban a las espaldas.  Los ojos, señalan que eran tan grandes como pequeños platos”.

Cieza de León cuenta que estos hombres cometían una serie de abusos contra las mujeres y los hombres de la región. Nos dice que “todo el mantenimiento que  hallaban en la comarca de la tierra que ellos podían hallar lo destruían. Y comían tanto que dicen que uno de ellos comía más vianda que 50 hombres de los naturales de aquella tierra”.

Por su parte, el jesuita Fernando de Montesinos, en el siglo XVII recoge estas informaciones, pero da algunos detalles más.

“Estando el rey Ayar Tacco Capac (uno de los supuestos reyes, no incas, que dirigían el Cusco) con mucha quietud en el Cuzco, le dijeron los ariolos y adivinos, cómo, queriendo aplacar la ira del Illatici, hallaron muy mal pronóstico en las entrañas de las ovejas y carneros que habían sacrificado. Dióle cuidado esto al rey, y al cabo de pocos días le vino nueva cómo en los Llanos habían desembarcado, de balsas y canoas, que hacían una gran flota, mucho número de gentes extrañas, y que se iban poblando, especialmente á las orillas de los ríos; y que unos hombres de grande estatura habían pasado adelante. Y afirman los amautas que fue sin número las gentes y naciones que por ese tiempo vinieron. Luégo que el rey supo desta venida, envió á saber qué gente era, qué armas ofensivas y defensivas traían, y qué modo de vida. Volvieron los espías y dijeron, que donde quiera que llegaban que había gente, se quedaban y sujetaban á todos los de la tierra, y que habían poblado por los Llanos, y algunos habian subido á las sierras”.

Según los amautas, refiere Montesinos, estos extraños seres del mar, se quedaron en Pachacamac (Lima) y allí construyeron un templo a su creador. “Fingen aquí los amautas, trocando las suertes, que el dios Pachacama, que quiere decir Criador, crió estas infinitas gentes en la mar y las trajo á estas partes, y por eso llaman Criador á Pachacama”.

Ambos cronistas refieren el mismo fin de estos gigantes, como una especie de castigo divino, con un fuego venido del cielo, aunque muchos especialistas refieren que esto se debe por influencia religiosa. Otro dato curioso, es que ambos aseguran que como prueba quedaron huesos. Montesinos nos dice que estos huesos “se ve de la rodilla para abajo, de la altura de un hombre”. Por su parte, Cieza de León, nos cuenta que casos similares han ocurrido en Lima y México. (PARA LEER LOS TEXTOS COMPLETO PUEDES LEER ESTE POST)


LOS ANIMALES DEL NUEVO MUNDO


Y si bien estas criaturas o animal tienen más de misticismo y de ficción, que de realidad, hay otros que se toparon con animales verdaderos pero sumamente extraños o nuevos para ellos. Algunos los consideraban monstruos o hijos del demonio, otros en cambio, admiraban su belleza y simplemente los describían. En este post pondremos algunos de estos ejemplos.


Gonzalo Fernández de Oviedo

En su libro Historia general y natural de las Indias (1535) el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo nos habla sobre los animales de esta parte del mundo pero que también se encuentran en España, como pueden ser los conejos, los puercos, los ciervos, entre otros, sin embargo, también nos habla de otros animales que le resultaron sumamente extraños como es el caso del perezoso. Nos dice Fernández de Oviedo:

“Este es un animal de los extraños, y que es mucho de ver por la desconformidad que tiene con todos los otros animales (…) tiene quatro piés y delgados, y en cada mano é pié quatro uñas largas, como de ave, é juntas; pero ni las uñas ni las manos no son de manera que se pueda sostener sobre ellas, y desta causa, y por la delgadez de los bracos é piernas é pesadumbre del cuerpo, trae la barriga quassi arrastrando por tierra (…)tiene una cara quassi redonda, semejante á la de la lechuza, y el pelo propio: hace un perfil de sí mismo como rostro en circuyto, poco mas prolongado que ancho, y los ojos son pequeños y redondos, é la nariz como de un monico, é la boca muy chiquita; é mueve aquel su pescuezo á una parte é á otra, si mueve el cuerpo, porque la cabeza é el cuello todo es una cosa, é no se puede mover sino junto, é paresce atontado”.

Cuenta Fernández de Oviedo que una vez tuvo en su casa a uno de estos animales y no lo vio comer ni beber en veinte y treinta días, solo lo veía, comenta, con la boca abierta hacia donde viene el viento, por lo que se conoce “quel ayre le es muy grato”. Por último dice de él: “no muerde ni  puede dormir, por ser tan chica la boca, ni es ponzoñoso, ni he visto hasta agora animal tan feo ni que parezca ser tan inútil que aqueste”.

También menciona animales que probablemente sean castores, de quien dice son vistos en la Florida. “Hay un animal como texon, pero mas corto de piernas y mas ancho de lomos, que tiene cola como sierra, é donde quiera que habita tiene todos los árboles aserrados, como si con una sierra los derribassen”. también habla de un extraño animal llamado “churcho”, de quien dice es del “tamaño de un conejo mediano, el hocico muy agudo é los colmillos é dientes assi mismo, la cola luenga é de la manera que la tiene el raton, é las orejas á él muy semejantes”. Dice que es de color pardo con manchas y muy delgado, señala que caza de noche y suele alimentarse de gallinas, las mismas que degolla y absorbe su sangre. Según Fernández de Oviedo, este animal le habría matado unas catorce gallinas.

También se refiere a lo que pueden ser los zorrillos, pero que él llama Adines: “Son como lobos é ahullan como lobos; é usan de una defensa maliciosa, de que natura los ha proveydo para su remedio, y en quando algund ballestero los quiere tirar, ó algund cazador los sigue é va tras ellos, alzan la pierna é arrojan la orina muy recia hácia el que los molesta; pe es tan malo é hidiondo en extremo el olor de aquella orina é tan aborrescible, que no hay hombre humano que pueda yr adelante”.


Pedro de Cieza de León

En el libro Crónicas del Perú (1553) del ya mencionado Pedro de Cieza de León, nos habla sobre la raposa o una especie de zorra, llamada Chucha, originaria de Cartago (Colombia) de la que dice lo siguiente:

“Hay un animal que es como una pequeña raposa, la cola larga y los pies cortos, de color parda; la cabeza tiene como zorra; vi una vez una destas, la cual tenía siete hijos y estaban juntos a ella, y como sintió ruido abrió una bolsa que Natura le puso en la misma barriga y tomó con gran presteza los hijos, huyendo con mucha ligereza, de una manera que yo me espanté de su presteza, siendo tan pequeña y correr con tan gran carga, y que anduviese tanto”.

En cuanto al Cusco, nos dice haber encontrado serpiente tan grandes que parecen vigas pero que curiosamente son inofensivas debido al conjuro de una hechicera, luego que matara a todos los soldados que iban acompañando al Inca Yupanqui, hijo del Inca Wiracocha, también de unos cóndores enormes que “casi parecen grifos; algunos acometen a los corderos y guanacos pequeños de los campos”.

También Cieza de León nos habla sobre la Guaca (de igual nombre con que los antiguos pobladores del incanto llamaron a sus templos) que según dice tiene “figura de tigre, muy fiero”. Por último nos habla sobre unas monas que viven en el Cusco, que copulan con los hombres, y de los cuales nacen hijos mitad monos y mitad hombres. El cronista nos cuenta:

“Hay unas monas muy grandes que andan por los árboles, con las cuales, por tentación del demonio (que siempre busca cómo y por dónde los hombres cometerán mayores pecados y más graves), éstos usan con ellas como mujeres, y afirman que algunas parían monstruos que tenían las cabezas y miembros deshonestos como hombres y las manos y pies como mona; son, según dicen, de pequeños cuerpos y de talles monstruoso, y vellosos. En fin, parescerán (si es verdad que los hay) al demonio, su padre”.

Asimismo señala que no tienen habla sino “un gemido o aullido temeroso”. Vale señalar que Pedro de Cieza de León, advierte, que nunca ha visto a esta criatura y que todo es por comentarios de los indígenas y españoles que habitaban en la zona.


Pedro Ordóñez de Ceballos

Por último, tenemos al cronista Pedro Ordóñez de Ceballos, quien en su libro Viaje del mundo escrito en 1614, nos habla por ejemplo de grandes serpientes que habitan en el mar de la isla de San Lorenzo (en el Callao) que “se ha visto sacar fuera del agua tanto cuerpo, hasta estar más alta que un navio de seiscientas toneladas, y parecer que no avia sacado la mitad del cuerpo del agua”.

Y muestra su impacto con las ballenas. De estas nos dice:

“Ay otro pescado, que es la Vallena; y es tal, que á quien no lo huviere visto, le parecerá duro de creer, pues ay algunas mayores que los dichos, y es tan gruessa, que parece un gran navio, y se ha visto sacar de la gordura de una ducietas arrobas de azeyte y de sola lengua, y lomos, hinchir veinte y dos pipas, pues su hechura espanta, y aquella agua que arroja por dos caños que tiene en la cabeza que parece que la señaló el Señor, par que se guarden della”.

Y entre otras especies que llamaron su atención, nos habla del Oso hormiguero, y nos dice: “Otro animalejo como zorra, que se sustenta de hormigas; y es de ver, que en llegando al hormiguero saca una lengua de media vara, y las hormigas acuden, y él las va tragando; y hesto los he visto tambien en Venezuela, el pescuezo, cerro, y las piernas con gran pelo, y lo demás sin él, deste pelo se hacen colchas, y otras cosas”.

Y si bien, la siguiente criatura no proviene de América, me parece interesante incluirlo porque ha de ser la más extraña criatura que vio Ordóñez de Ceballos, durante sus travesías. Se trata de una bestia con cara y pechos de mujer, y el resto de escorpión, que vio en la Conchinchina, la zona meridional de Vietnam.

“Dexé para este lugar una fiera que vide en Cochinchina, en las leoneras del Emperador, que era la cabeza y cara, hasta los pechos de muger, y lo demás de escorpión; tenía tres brazas de largo y llamavanlo Marichas, dizele que la traxeron de las montañas de los Laos de la Provincia de Jangoma, y que ay muchas”.

Hemos hecho pues una breve lista de los más extraños seres que vieron los primeros hombres que pisaron nuestra tierra, algunas de estos animales eran extrañas para los ojos de los conquistadores, y esto lo hemos entendido cuando hemos podido ver a través de sus ojos con estos escritos, otros en cambio, eran producto de la mezcla de mitologías entre las andinas y las europeas, lo cierto es que, en un tiempo en el que la humanidad tiene como principal meta encontrar o hallar vida en otros planetas, lo más probable es que esta primera vida sea de origen animal (desde microbios, insectos, o quizá de otra especie) y quizá tengamos relatos similares de nuestro primeros exploradores de planetas en el espacio.


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